Virginia López. La Lotería Nacional de Navidad es muy de Sevilla. Me cogió de chica, pero recuerdo bien la algarabía que se formó con la vuelta de la Primitiva, aquella lotería de tiempos del Rey Alfonso X, decían. Y, ya ven, el pasado 23 de noviembre celebrábamos los 800 años de su nacimiento.
La lotería, como juego de azar que distribuye premios, tiene un origen antiquísimo y el término castellano procede del francés loterie y éste a su vez de lot que significa herencia, derivando enlotir, repartir. Cuando el reparto es equitativo hablamos de lote.
La Lotería Real la implantó el Rey Carlos III en 1763 con un fin benéfico. A él se le atribuye la frase: «¡El que juega mucho es un loco; pero el que no juega nada es un tonto!». Y ya entonces surge un personaje hecho con las bolas numeradas, de donde viene el apelativo de El Gordo de la Lotería.
Pero la Lotería Nacional es gaditana y liberal, nacida el 4 de marzo del año 1812, entre leyes de la primera Constitución Española. Seis años después se realiza un sorteo especial en Navidad, celebrado regularmente desde 1839 y bautizado como tal en 1897.
La administración más antigua de España se encuentra en la localidad sevillana de Carmona, que vende décimos, ininterrumpidamente, desde que el primer postero – como se conocían a los loteros, que se apostaban en las esquinas a vender – empezó en febrero de 1764.
Por cierres de negocios, no existen las diez primeras administraciones en Sevilla capital, así que si buscan la primera en la lista, deben acudir a la número 11, sita en la calle Sierpes, nº 91. Las más populares son El Gato Negro – quién se resiste a no pasar el décimo por el animalico que nos mira desde el azulejo –, la de la calle Sagasta – de las más antiguas de Andalucía –, la de la familia de Pastora Pavón y Pepe Pinto, en la Campana o El Salón del Altozano, en Triana.
Como la picaresca no duerme, hay quien no se resistió a vender décimos falsos y como la avaricia rompe el saco, en la España paupérrima y hambrienta de la posguerra, donde el Franquismo premiaba a sus viudas y huérfanos con estos establecimientos, hubo un lotero – Miguel Escámez Arquero, de 73 años, natural de Almería, residente en Carlos Cañal, conocido en la ciudad por su vida opulenta y robusta figura, propietario de La Europa y de Doña Francisquita – que vendió un mayor número de participaciones de un número que cantaron los Niños de San Ildefonso.
El 22 de diciembre de 1951 el Gordo cayó en Sevilla pero aquí se lio la Marimorena.
Unas sesenta mil participaciones falsificaron Escámez y dos empleados de los números 2703 y 2704, siendo éste último el que salió del bombo, aunque el otro número también estaba agraciado por aproximación, y cuyo premio era de 7.500 pesetas por cada peseta jugada, un dineral para la época y unos 2.700 euros al cambio actual.
Desde que se oyó la noticia de que había tocado la Lotería de Navidad en Sevilla en la radio, los felices afortunados iniciaron su particular cuento de le lechera, unos ya se lanzaban a comprar y la mayoría se arremolinaba en la administración nº 51 de la Plaza de Europa, donde Escámez intentaba pagar con los beneficios obtenidos valiéndose incluso de amigos que se hacían pasar por premiados para dar sensación de seguridad pero pronto quedó al descubierto. A finales de año fueron detenidos Escámez, dos empleados y tres compinches. La sentencia no llegó hasta julio de 1956.
El lotero Escámez fue condenado a 22 años de cárcel por un delito continuado de falsedad como medio para cometer estafa y un delito de apropiación indebida. El juez exculpó al estado por lo que las ganancias del lotero se repartieron entre los 4.808 afectados – de Sevilla, Jerez, Madrid, Guadalajara, Algeciras, Huelva, Mérida y otros pueblos– concluyendo el proceso el 23 de abril de 1973 en Villamanrique de la Condesa. Hay a quien le costó más el viaje a Sevilla que la reparación económica.
Los sueños se hicieron añicos en una ciudad muy lotera, la tercera más tocada por la Fortuna, tras Madrid y Barcelona. La última vez que tocó la Lotería de Navidad en la capital fue en el año 2019. Estos son los años afortunados: 1822, 1839, 1867, 1868, 1873, 1883, 1884, 1946, 1951, 1956, 1961, 1962, 1978,1992, 1998, 2006, 2018 y 2019. El número 15.640 tocó a una misma familia sevillana en 1956 y 1978.
La suerte es caprichosa pero también tiene su lógica. Relean los años. Los hay aciagos como 1961 y festivos como 1992. Si en 1961 la Alameda de Hércules quedó inundada y además de la fatídica riada tuvo lugar el trágico accidente aéreo de la Operación Clavel, en 1962 la Administración nº 8 de la calle Santa Ana repartió 30 millones de pesetas.
Y en 1992 en el Barrio de Los Remedios cayeron 600 millones de pesetas como vemos en la foto:
La fortuna va de la mano de los grandes fastos, por eso la Lotería de Navidad de 1929, en plena Exposición Iberoamericana, regó la ciudad con el Tercer Premio. También tocó en la ciudad condal que tenía su propia exposición.
La prensa hizo cábalas con que el premio tocara a un turista extranjero de los miles que visitó el país. Se congratulaba de que con ello mejorara nuestra imagen. Pero no, la Lotería de Navidad tocó en Sevilla y a gente obrera, e incluso a hermanos de la Macarena que contribuyeron jubilosos a costear el manto de Rodríguez Ojeda. Como vemos en este recorte de prensa que se vende en TodoColección, así de felices posan los empleados de las fábricas de Ollero, Luca de Tena o de la pescadería Las Gallegas:
¿Y dónde tocó el número 17.897? En la Administración de Miguel Escámez, quien posó orgulloso para la prensa, tal como vemos en la foto destacada de este artículo.
Aun no se había convertido en un mezquino, más bien malvado lotero, pero la picaresca hizo de las suyas. Como el sorteo se celebró en sábado 21 de diciembre, antes de cambiarse la fecha, ya circularon décimos falsos con la fecha del día 22.
Y como anécdota escatológica que contó el propio Antonio Machado, en una urgencia usó en el baño un billete de lotería… que resultó premiado.
La lotería es pura suerte aliñada con ilusión, supersticiones y empeño, mucho empeño. Como el de un vecino de Mairena que se ha convertido, a golpe de empeño y talón, en el mayor coleccionista de boletos. Tiene ya nueve mil pero le faltan 210 décimos aunque cuenta con el primero. También el único vertical y los que hubo durante la Guerra Civil por cada bando. Sería interesante que hiciera una exposición.
Sevilla es tan lotera como mariana, vive de forma especial la Lotería de Navidad. Si el 22 por la mañana estamos pendientes del sorteo, por la tarde asistimos a la procesión de la Virgen del Rocío del Salvador, apodada la lotera y que es la que siempre se pasea entre luces de Navidad. Como las bolas de lotería que decoraron la Plaza de San Francisco en 2017.
Desde 1960 el décimo de Lotería de Navidad, lleva una estampa religiosa.
La primera imagen fue una Adoración de los Pastores, de Murillo, y en el Año Murillo de 2017 se eligió otra imagen suya – ambos cuadros son del Prado – de idéntica iconografía. La cual también se repitió en 2015 con la Adoración de los pastores, de Juan del Castillo – primo político e hipotético maestro de Murillo –. Podemos contemplarla en la Sala V del Museo de Bellas Artes de Sevilla.