Redacción. La ya historiadora de la Fundación Nao Victoria, Guadalupe Fernández Morente, defendió en la Universidad de Sevilla su tesis doctoral “Principio y fin de la Armada de la Especiería”, que entre 1519 y 1552 protagonizó la Primera Vuelta al Mundo de la Nao Victoria. Un estudio que desvela el protagonismo indiscutible que Sevilla y Andalucía tuvieron en estos momentos que enmarcaron la gran travesía, y que saca a la luz multitud de destalle sobre los preparativos y el regreso de esta hazaña marítima desde los escenarios andaluces.
Una tesis doctoral que es fruto del trabajo de investigación durante años de Guadalupe Fernández entre los cientos de documentos que se encuentran en el Archivo General de Indias de Indias, y que muestra la actividad frenética y el continuo trajín que existió entre Sevilla, Sanlúcar de Barrameda, Jerez, Málaga, para el suministro de mantenimientos, materiales, equipos y víveres de la flota, o cómo Puebla del Río cobra protagonismo junto a Sevilla como escenario de las reparaciones de los barcos, donde trabajaron en sus maderas durante un mes, por carpinteros de ribera del Condado de Huelva.
Utrera e Hinojos se revelan como los grandes proveedores de la madera de pino que fue necesaria para la puesta a punto de los barcos antes de partir. El cáñamo para hacer los kilómetros de cabos de sus aparejos su aparejo se trajo de La Alagaba, el tocino de Gudalcanal, los garbanzos de Carmona, las sardinas de Ayamonte, las anchovas de Málaga, el vinagre de Moguer o la miel de santa Olalla.
Nao Victoria
En Sevilla, se constata que las naves de la Atarazanas se convirtieron en almacén de víveres, equipamiento, jarcias, palos y entenas durante los meses del apresto de la expedición, y que también participaron los preparativos la herrería del Rey, la alhóndiga o la propia Catedral. Un ciudad, en la que multitud de sus artesanos, oficios y habitantes de las collaciones de San Vicente, Santa María, La Carretería, San Salvador, San Idelfonso, La Magdalena, Santa Catalina, Triana o la calle de la Syerpes cobran vida y nombre como proveedores del apresto de la flota, como la harinera Catalina Hernández, vecina de la collación de Santa María, o la de la Magdalena, Isabel Hernández, que vendió los quesos que llevo la flota.
Los detalles del regreso de la nao Victoria a Sanlúcar de Barrameda, su subida por el Guadalquivir hasta Sevilla haciendo noche en Coria del Río, quedan también reflejados en este estudio, que analiza además cuál fue el destino final de los hombres de las tripulaciones, los beneficios que obtuvieron, o las limosnas que dejaron distintos conventos y monasterios andaluces, como fue el de la Virgen de la Victoria de Sevilla o el de la Cinta de Huelva.
En definitiva una tesis doctoral sobre los detalles más minuciosos de la vinculación de Sevilla y Andalucía con la mayor hazaña marítima de todos los tiempos.
