SBN. El beso de medianoche en Estados Unidos, tomar un buen plato de lentejas en Italia, romper la vajilla en Dinamarca, llevar una prenda de lunares en Filipinas o tocar hasta 108 veces las campanas de los templos budistas de Japón son algunas de las tradiciones que cada noche de Fin de Año se realizan para atraer la buena suerte. En España, además de la copa de cava, el turrón y los tradicionales villancicos a golpe de pandereta, también tenemos una tradición muy especial, tomar las 12 uvas de la suerte con cada campanada. Pero, ¿cuál es el origen de esa costumbre tan nuestra?
Pero, lo que realmente resulta sorprendente de esta tradición española es que se trate de uvas, ya que esta fruta otoñal que se suele estropear en invierno debido al frío. Así que, otra hipótesis considera que su origen se debe a un excedente de cosecha en las zonas de Murcia y Alicante a principios del siglo XX. La historia de por qué tomamos las 12 uvas en Nochevieja es bastante controvertida, pero se sabe, ya que está documentado, que esta tradición tiene más de 100 años de historia.
De hecho, un artículo del 1 de enero de 1896 publicado en el periódico ‘La Correspondencia de España’ narró lo siguiente: “En la hermosa residencia particular del Ilustre presidente del Consejo de ministros se reunieron anoche casi todos sus compañeros de gabinete y algunos otros distinguidos personajes. A las doce en punto de la noche saludaron los ministros la entrada del nuevo año comiendo ricas uvas y bebiendo champagne…”
A modo de protesta, los madrileños adelantaron esa celebración a la noche del 31 de diciembre y lo hicieron imitando el estilo de los burgueses. Estos últimos tenían la costumbre de copiar a la alta sociedad francesa, quienes solían de celebrar sus fiestas comiendo uvas y bebiendo champagne. Esa tradición fue adoptada por los aristócratas españoles que veraneaban en Biarritz o París.Un acto de protesta madrileña. Trascurría el año 1882 cuando el alcalde de Madrid José Abascal y Carredano impuso una tasa de un duro a todos los que quisieran festejar los Reyes Magos. Con ese bando pretendía evitar la tradición madrileña de burlarse de los forasteros que llegaban esos días a la ciudad invitándoles a buscar a Sus Majestades de Oriente la madrugada del 5 de enero, a la vez que se hacían grandes fiestas por las calles.
Así que, la noche de Fin de Año de 1882 los madrileños se reunieron en la céntrica Puerta del Sol y, a modo de sátira, hicieron lo mismo que los burgueses. Con el paso del tiempo, esta protesta se convirtió en una tradición que se fue extendieron por todo el país.
Las uvas de la suerte. Esta tradición comenzó en 1909, un año en el que se vivió un exceso de producción de uva en la zona de Levante, Murcia y Alicante. Así que, para sacar rentabilidad de la situación las sacaron a la venta bajo el nombre de las ‘uvas de la suerte’ o ‘uvas milagrosas’.
Tal vez el excedente provocó el abaratamiento del precio de la uva, lo que consiguió popularizar una costumbre que hasta entonces había sido exclusivo de las clases más acaudaladas. Otra hipótesis sobre el nombre de las ‘uvas de la buena suerte’ puede deberse a que, al haber tenido los agricultores un año tan bueno de cosecha, fueran relacionadas con la abundancia y prosperidad.
Sea por un motivo u otro, lo cierto es que entre los años 1920 y 1940 se estableció un método de producción que consiste en envolver los racimos en bolsas, lo que provoca que la maduración se retrase un mes y se conserven en perfecto estado para la gran noche.
Junto a las 12 uvas, en España existen otras famosas supersticiones para tener un buen año. Tomar el cava con una sortija dentro de la copa, subirse a una silla y pisar con el pie derecho, llevar ropa interior de color rojo o algún detalle prestado. ¿Cuál prefieres?