Redacción. La Universidad de Sevilla (US) ha consignado en sus presupuestos para 2023, aprobados ya por el Consejo Social, una partida de seis millones de euros de fondos propios en la que bajo el epígrafe ‘Plan de inversiones de mejora ambiental en edificios’ la institución académica prevé ejecutar medidas con las que lograr «reducir» la factura de la luz y mejorar la edificiencia energética de un campus disperso con edificios construidos en su mayoría entre las décadas de los sesenta y los ochenta. En el primer año desde su puesta en funcionamiento, confía en bajar el consumo energético en un 5%.
Entre esas medidas, algunas de ellas vinculadas también a subvenciones planteadas en los Fondos de Recuperación, Transformación y Resiliencia, se encuentran la instalación de plantas fotovoltaicas en cinco edificios –Comunicación, Centro Nacional de Aceleradores, Aulario de Arquitectura, Educación y Matemáticas, de los que la Agencia de la Energía ya tiene los proyectos encima de la mesa–, obras de «reforma y adecuación» de espacios para «mejorar la envolvente» –fachadas sin ningún tipo de aislamiento– y un plan de auditorías energéticas en todos los edificios con las que «diseñar, valorar o solicitar ayudas para la mejora de la eficiencia energética», explica el director general del Espacio Universitario de la US, Francisco Montero.
En el documento ‘Recomendaciones técnicas, medidas y acciones de ahorro de energía en la Universidad de Sevilla’, la Universidad de Sevilla propone la «racionalización» de los horarios de apertura de los edificios, que solo podrán ser «más amplios» en caso de que haya razones «circunstanciales justificadas». Así, los edificios docentes, abrirán de 8,00 a 21,00 horas en días laborables y los administrativos, de 8,00 a 15,00 horas, permaneciendo cerrados fuera de ese horario, los fines de semana y en vacaciones.
«Se limitará –abunda la circular– el uso de los ascensores a aquellos casos obligados de accesibilidad o trabajos pesados. En los casos que exista la posibilidad de uso de ascensores simultáneos, se mantendrá en uso solo uno de ellos, recomendándose el uso de las escaleras siempre que sea posible». Sobre la calefacción y el aire acondicionado, la temperatura tendrá que estar en 19 y 27 grados, respectivamente.
La calefacción se podrá poner entre los meses de diciembre y marzo, ambos inclusive, un periodo que «podrá ser alterado dependiendo de las condiciones meteorológicas». Idéntica causística en el caso del aire acondicionado, del que se podrá disponer entre mayo y septiembre. Los aparatos de climatización individual deberán tener un «mecanismo de desconexión temporizado» y tendrán que ser apagados cuando el espacio esté desocupado. «No está permitido el uso de radiadores, calentadores y calefactores eléctricos individuales en aquellos edificios y dependencias que dispongan de calefacción centralizada por motivos de eficiencia y seguridad», se subraya.
La iluminación en vestíbulos, pasillos y zonas comunes «se ajustará al mínimo necesario en cada horario», siempre que sea «posible» se pide trabajar con luz natural y la intensidad de la luz se reducirá un 20% en zonas exteriores, así como se reducirá el horario de la iluminación exterior «ornamental» en edificios, estando previsto su apagado a las 22,00 horas, «salvo fechas excepcionales en los declarados como Bien de Interés Cultural (BIC)».
Con este «nuevo impulso a las medidas de control, tanto automatizado como presencial, esperamos sumar un nuevo ahorro en torno al 10%», remarcada la circular publicada por la US. La US recuerda en la circular que «la búsqueda de la eficiencia energética ha sido constante en la última década». Fruto de ello, desde 2009 hasta 2021, el consumo de energía eléctrica en la US ha pasado de más de 40 millones de kWh a 29,4 millones de kWh, «pese a que la superficie puesta en uso ha crecido en más de un 7%». «Y lo ha hecho –abunda– singularmente con nuevos centros de los llamados grandes consumidores por el uso mayoritario de laboratorios y la concentración de equipos que demandan mucha energía».
Para lograr este estado de partida, la US apunta a la adopción de medidas como la instalación de analizadores de cuadros eléctricos; el incremento de la tecnología incorporada a los sistemas de calefacción y climatización; la instalación de interruptores temporizados, así como a la sustitución progresiva de las luminarias tradicionales por luces led. Con estos dispositivos, la Universidad ha permitido tener «una mayor información» a los servicios técnicos, hacer un «mejor análisis» de las horas de funcionamiento de los equipos y realizar una «mayor adecuación de la potencia contratada» en los puntos de suministro a los usos de los espacios.