Redacción. La clave para resolver homicidios especialmente complejos es la colaboración multidisciplinar, la aportación de los estudios que realizan las fuerzas de seguridad, los patólogos forenses y los distintos laboratorios forenses.
Así lo ha señalado el jefe de sección de Histopatología Forense del Servicio de Patología del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Sevilla, Antonio Rico García, que dirige, desde este pasado lunes, en la sede de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) en Carmona (Sevilla) el curso de verano ‘Investigación científico-técnica de los homicidios en casos de especial complejidad’.
Dicho curso está coordinado por María Santos Rodríguez, médico forense del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Sevilla. El tema es de enorme importancia, puesto que el concepto ‘investigación de homicidios de especial complejidad’ hace referencia a los casos donde el estado de los cadáveres o las circunstancias que rodean los hechos, requiere la utilización de protocolos y técnicas de estudio fuera de las habituales.
Según explica Antonio Rico, «ofrece gran dificultad la identificación, el diagnóstico de las lesiones, mecanismo de la muerte o la dinámica de los hechos, en aquellos cadáveres que presentan un avanzado estado de putrefacción, que están afectados por el fuego, los hallados en un medio de sumersión, cadáveres que han sufrido amputaciones o descuartizamiento o una mezcla de las alteraciones que se producen cuando se dan más de uno de los fenómenos mencionados».
En cuanto a las circunstancias de la muerte, el director explica que se presta especial atención a las muertes que se producen durante una actuación policial, «las cuales tienen una gran repercusión sobre los miembros de las fuerzas de seguridad implicados y, sin lugar a dudas, una gran repercusión mediática y social. En estos casos la investigación policial y médico-legal debe ser lo más exhaustiva posible, sin dejar la menor duda de cómo sucedieron los hechos».
En Sevilla y provincia, la media está en torno a los doce homicidios anuales, «aunque este año se verá superado con toda seguridad, ya que en estos primeros seis meses se han producido ya nueve homicidios. Los casos en que los cadáveres han sido manipulados para evitar su identificación o para deshacerse de indicios están aumentando paulatinamente, como los cuerpos que se ocultan en pozos, que se queman o se mutilan. La explicación está en el aumento de homicidios relacionados con ajuste de cuentas en el contexto del narcotráfico u otros casos de crimen organizado», según informa el médico forense.
En relación a los recursos y técnicas que se usan en la investigación de este tipo de homicidios, donde los cuerpos están muy artefactuados desde el punto de vista médico-forense, Antonio Rico asegura que son muy importantes las técnicas de imagen (fundamentalmente radiológicas); la recogida de muestras para el laboratorio que sirvan, conociendo sus limitaciones, para la identificación de la víctima y su posible agresor o las técnicas de autopsia que puedan explicarnos la vitalidad o no de las lesiones, entre otros.
Son muchos los retos a los que se enfrentan los investigadores en casos de homicidios donde el cuerpo ha sido alterado con objeto de destruir indicios que puedan implicar a sus agresores o evitar la identificación de la víctima.
«En estos casos, el desafío es establecer qué protocolo vamos a seguir para poder solventar dichas dificultades. Qué técnicas utilizaremos, por ejemplo, técnicas de regeneración de huellas dactilares, búsqueda de indicios a pesar de su deterioro, diferenciación entre lesiones vitales y postmortem, análisis entomológicos para establecer la data de la muerte, etc. El desafío es, mediante la ciencia forense y la técnica policial, obtener los datos y las pruebas suficientes para que las fuerzas de seguridad puedan comenzar y llevar a término su investigación hasta la detención de los culpables, a pesar de las dificultades que entraña», asegura Antonio Rico.
Además, desde el punto de vista médico-legal son las nuevas técnicas en genética forense las que, en muy poco tiempo, van a revolucionar la investigación, en opinión del director. Así, sostiene que están dando pasos en epigenética –actuación del medio ambiente en el genoma–, con lo que se pueden hacer determinaciones de la edad o data de la muerte. Asimismo, «se estudian marcadores binarios donde podemos estudiar la biogeografía de esa persona (ancestralidad) y características físicas como el color del pelo, color de iris, entre otras. Los últimos estudios se están centrando en la genealogía forense».
Por último, sobre cómo afecta la atención de los medios de comunicación a la investigación y resolución de este tipo de casos, el médico forense opina que a la investigación propiamente dicha no suele afectar. «Lógicamente son hechos con gran repercusión mediática que ejerce presión sobre responsables dependientes de autoridades administrativas o políticas, pero no sobre el investigador del caso que actúa estrictamente según sus protocolos y con criterios estrictamente técnicos o científicos», finaliza.