22 noviembre 2024
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Investigadores de la US cartografían y datan una presa y un embalse andalusíes del siglo XII en la Sierra de Segura

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Redacción. Un equipo liderado por la Universidad de Sevilla y coordinado por el profesor Santiago Quesada ha cartografiado, caracterizado y datado científicamente esta infraestructura hidráulica medieval musulmana. Los hallazgos obtenidos han permitido conocer para qué servía esta presa, cómo era el sistema de derivación y almacenamiento de agua, calcular la capacidad del embalse, la superficie de las tierras irrigadas o las causas del colapso del dique. Un conocimiento imprescindible para comprender qué significó esta obra y cómo eran los paisajes asociados a estas láminas de agua artificiales de al-Andalus.

El conocido poeta y ajedrecista andalusí Abenamar o Ibn ‘Ammar, amante y ministro de al-Mu’tamid, tuvo una agitada e intensa vida que pasó conspirando e intrigando por varias taifas de al-Andalus. Desde una de ellas, le escribió una elegía al rey poeta de Sevilla en la que le solicitaba perdón por sus múltiples traiciones y felonías. En la poesía recuerda, con nostalgia, las noches que pasaban ambos durante su juventud en un embalse, junto a una presa o azud en Silves. Tras un largo periplo por diferentes territorios, Abenamar fue engañado y capturado, en torno al año 1084, en la ciudad de Segura (Jaén). Desde allí es trasladado a Córdoba, donde fue adquirido en una subasta por al-Mu’tamid. Tras ser perdonado por éste, cometió una nueva deslealtad, lo que provocó que el emir lo acabara matando con sus propias manos.

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En Silves no quedan huellas de la obra hidráulica que menciona Abenamar en su poesía, por lo que no es posible saber cómo era el lugar acuático evocado en el poema. Sin embargo, en el territorio de Segura, en el actual Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas al noreste de la provincia de Jaén, todavía quedan vestigios de una presa andalusí que transformó un terreno rural en una albuhera o pequeño mar. Esta barrera fluvial taponó el cauce del río Trujala a su entrada en un desfiladero que las fuentes árabes llaman el estrecho o la garganta del ciervo. Esta antigua construcción es una importante fuente de información primaria, útil para conocer cómo funcionaban las presas de contención andalusíes destinadas a almacenar recursos hídricos. Sin embargo, hasta el momento no había sido objeto de estudio estructural, de análisis paramentales o de levantamientos rigurosos y detallados.

Las labores de toma de datos, análisis de fuentes y ensayos de laboratorio, tanto en el embalse de la Albuhera como en la presa de la Garganta del Ciervo, se iniciaron en el verano de 2020 y han finalizado en 2023. Actividades que han sido la última etapa del #ProyectoSegura, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación dentro del Programa Estatal de Investigación, Desarrollo e Innovación. Un trabajo que recoge, íntegramente, la exhaustiva investigación arquitectónica que, de manera ininterrumpida, ha realizado este equipo desde el año 2003 sobre el sistema de infraestructuras, torres y castillos rurales existente en la Sierra de Segura.

Se ha utilizado para ello un método basado en medios como los drones y técnicas digitales como la georreferenciación SIGs, nubes de puntos y levantamientos topográficos o fotogramétricos. El innovador empleo de estas herramientas y tecnologías significa una transformación total en la adquisición de fuentes de conocimiento del numeroso patrimonio rural disperso que aún se conserva en Andalucía. Sobre todo, cuando no hay posibilidades o viabilidad económica para realizar excavaciones arqueológicas.

La arquitectura de la presa es descrita por vez primera a mediados del siglo XII por al-Zuhrī en su Libro de la Geografía, lo que confirma la importancia que tuvo esta obra en su época. El texto describe el paisaje que surgió de la transformación de un campo en un mar y menciona que la barrera fue mandada levantar por Ibn Hamušk, un andalusí que gobernó Segura entre los años 1147 y 1169 y que frenó, durante casi 25 años, junto con su yerno Ibn Mardanīš, emir de la taifa de Murcia, la expansión almohade hacia el levante peninsular. Debido a esa descripción medieval, esta estructura hidráulica ha sido objeto de interés por la historiografía arabista contemporánea. Los datos obtenidos en esta investigación dan respuesta a muchos de los interrogantes que hasta el momento se planteaba esta disciplina.

Los análisis de Carbono-14 han permitido confirmar que los datos cronológicos aportados por las fuentes árabes son correctos, ya que el intervalo de fechas obtenido coincide sustancialmente con el periodo en el que los andalusíes citados controlaron ese territorio. Estos resultados, cruzados con los obtenidos en el estudio de los materiales, técnicas constructivas y la estratigrafía, confirman que la presa fue levantada durante el periodo de las segundas taifas de al-Andalus (1144-1172), que surgieron tras la crisis del poder central almorávide y la consolidación de los almohades.

Esta barrera de contención fluvial fue construida en fábrica de calicanto, encofrada exteriormente con tableros de madera o tapiales. Sus caras externas todavía conservan abundantes restos del revoco calicostrado original y son visibles los mechinales para el alojamiento de las agujas de madera. Este sistema constructivo se aleja por completo de la tradición constructiva hispanorromana de este tipo de estructuras hidráulicas e indica que la tecnología empleada se relaciona más con la forma de construir las presas orientales. El propio al-Zuhrī indica en su descripción, que el modelo del dique de la Garganta del Ciervo fue la gran presa de Màrib, una emblemática infraestructura de la antigüedad, construida en el antiguo reino de Saba –actual Yemen– cuyo colapso ocurrido en el año 575 d.C. viene incluso referido en el Corán.

La presa andalusí tuvo una longitud de coronación de unos 40 metros, una altura de 14 metros y una anchura de 11 metros. Como ocurría en el dique de Màrib, la presa de Segura también tenía aliviaderos o desagües a ambos lados de su coronación.

La lámina de agua del embalse tendría una superficie aproximada de 6 hectáreas y un perímetro o costa que rondaría los 2 kilómetros. El volumen estimado del vaso de agua tenía una capacidad media de 0,18 hectómetros cúbicos, que servirían para suministrar agua a una superficie de tierra de unas 145 hectáreas. Ese volumen de agua habría sido suficiente, hoy en día, para abastecer a una población de 2700 habitantes durante un año. Sin embargo, el embalse de la Albuhera no sirvió para suministrar agua a ninguna población, sino para irrigar un campo rural. Como la presa yemení, la presa andalusí tenía una doble finalidad: por un lado, embalsar las aguas del río Trujala en una hondonada natural del terreno y, por otro, derivarlas hacia terrenos con uso agrícola o ganadero.

Según Santiago Quesada, el sentido de la presa y el embalse habría sido construir un almacenamiento de agua para irrigar terrenos vinculados a una explotación agropecuaria del siglo XII, dedicada a ganadería, prados irrigados o cultivos de secano. Una infraestructura hidráulica que habría formado parte de un proceso de colonización agrícola musulmán basado en un modelo específico de fincas privadas, caracterizadas por albergar una reserva hídrica de notables dimensiones. El pequeño mar o albuhera habría servido para regar los terrenos de una posible almunia existente en el paraje de Amurjo o Hamusgo, cuyo propietario pudo haber sido Ibn Hamušk.

El trabajo desarrollado sobre el conjunto hidráulico de la presa de Garganta del Ciervo y del embalse de la Albuhera contribuye a dar claves fundamentales para el conocimiento de estas infraestructuras andalusíes y revela datos muy valiosos que arrojan luz sobre su funcionamiento. Los resultados obtenidos aportan información muy relevante sobre cómo fueron las formas de suministro hídrico en el ámbito rural de al-Andalus y dan una insospechada visión de un paisaje irrigado durante el siglo XII.

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