Redacción. Convertir un gran número narices de payaso en sonrisas, ese es el reto que se ha marcado el Aula Social de la Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad de Sevilla, que ha colocado cuatro buzones para recabar estos pequeños objetos, y colaborar así con el proyecto que desarrolla el grupo de animación musical ‘Los Payasos Flamencos’, en las unidades de Oncología Infantil de los Hospitales Universitarios Virgen del Rocío y Virgen Macarena.
Los buzones, adornados con carpas de circo, han sido colocados en lugares estratégicos de los edificios de la facultad y en la Unidad Docente Virgen del Rocío y de la Virgen de Valme, donde estudiantes y ciudadanía pueden contribuir hasta final de mayo aportando narices de payaso.
La vicedecana de Estudiantes y Aula Social de esta facultad, Marisa Benítez, aspira a que sean más de mil las narices que cuenten cuando finalice el reto. Ella tuvo la primera idea de este proyecto: “Conozco la labor altruista en las unidades pediátricas de ‘Los Payasos Flamencos’ y este pequeño gesto podrá esbozar una bonita curva de sonrisa en esos pequeños locos bajitos. La idea le pareció oportuna a mi equipo de gestión y así empezamos a forrar cajas y crear carpas vistosas para despertar la curiosidad de la gente”, asegura.
El poder y la energía de la música
Las actividades que desarrollan ‘Los Payasos Flamencos’ en los hospitales sevillanos están orientados a promover el bienestar de los niños y niñas sometidos a tratamientos oncológicos y también a sus familias. “La esencia del grupo de animación es el poder y la energía de la música para sobrellevar los largos tratamientos y el duro proceso que enfrentan estas personas”, explica Pablo Neira, fundador e integrante de ‘Los Payasos Flamencos’.
Neira, que trabaja como conserje en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Edificación de la US, realiza esta actividad de manera altruista desde hace diez años. Reme López y su mujer, Nieves González, participan junto a él, y ahora su hijo Samuel, también colabora en algunas actuaciones. «Esta iniciativa fue una muestra de agradecimiento por el nacimiento de mi hijo, que nace y vive con salud”, recuerda Pablo, pero su alcance no solamente llega al ámbito sanitario, sino que también atiende propuestas de asociaciones para aportar un rato de alegría en residencias para personas mayores, centros de refugiados o en la cárcel, un esfuerzo admirable que ahora requiere un esfuerzo colectivo, y cuyo mayor y único premio es dibujar sonrisas.