21 noviembre 2024
Hospital Sagrado Corazón

Los cardiólogos avisan de que el calor puede provocar un empeoramiento de las enfermedades cardiovasculares

Las altas temperaturas afectan a la tensión arterial y a la frecuencia cardíaca

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Redacción. Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en todo el mundo, y el calor se convierte en un riesgo para la salud cardiovascular. Así, expertos en Cardiología del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón alertan que las personas con enfermedad cardiovascular deben extremar las precauciones en verano debido a que las altas temperaturas pueden provocar un empeoramiento de estas patologías, como la insuficiencia cardíaca, la cardiopatía isquémica o la hipertensión.

Según apunta el doctor Carlos Arias, cardiólogo del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón, las altas temperaturas producen una serie de efectos hemodinámicos sobre el sistema cardiovascular, afectando a la tensión arterial y la frecuencia cardiaca. Además, el calor también provoca cambios en el metabolismo de las células de nuestro cuerpo, que pueden producir o empeorar estas enfermedades.

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Insuficiencia cardíaca e hipertensión, de las más sensibles al calor

El calor puede provocar deshidratación y, como consecuencia, se reduce el volumen de sangre en el cuerpo, por lo que corazón debe trabajar más para llevar sangre al resto del organismo. Las personas que ya tienen dañado su corazón y tienen una función cardiaca reducida no pueden responder adecuadamente a este cambio, además de ser especialmente sensibles a los cambios hemodinámicos que produce el calor», apunta Carlos Arias. Por consiguiente, estas personas deben tener especial cuidado con las altas temperaturas ya que pueden sufrir una descompensación de su insuficiencia cardiaca y un empeoramiento de sus síntomas.

En relación con la tensión arterial, el doctor Arias señala dos posibles escenarios. Por un lado, debido a la redistribución de sangre hacia la piel para liberar el exceso de calor corporal se produce una vasodilatación de los principales vasos sanguíneos del cuerpo, lo que genera una bajada de la tensión arterial. «Esta hipotensión puede generar cansancio, mareos e incluso desmayos, sobre todo en personas especialmente vulnerables como ancianos o en pacientes que tomen medicación antihipertensiva, por lo que es muy importante hidratarse adecuadamente y ajustar la dosis de los fármacos antihipertensivos en estas situaciones», añade el cardiólogo.

Por el contrario, debido a los cambios en los hábitos de vida en los meses de verano, en relación con las rutinas, las dietas o el ejercicio, se produce un aumento de las cifras de tensión arterial. En este sentido, el doctor Arias recomienda mantener un control con el objetivo de evitar las denominadas crisis hipertensivas, es decir, un aumento repentino y grave de la tensión arterial.

Más calor, mayor riesgo de sufrir un infarto

Las altas temperaturas producen una serie de cambios sobre nuestro cuerpo que pueden aumentar el riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio. Según explica Carlos Arias, esto es debido a que la exposición al calor puede aumentar la demanda de oxígeno del corazón (estrés oxidativo) y que la redistribución sanguínea hacia la piel para liberar el calor corporal produce una vasodilatación y bajada de tensión arterial, lo que hace que el corazón actúe de forma refleja aumentando la frecuencia cardiaca y provocando el denominado estrés térmico.

«Ambas situaciones (aumento de estrés oxidativo y de estrés térmico) aumentan la probabilidad de sufrir un infarto de miocardio, sobre todo en personas que ya tengan algún grado de arteriosclerosis sobre las arterias coronarias», añade el doctor Arias.

Consejos para evitar riesgos durante el verano

Por último, el doctor Arias señala consejos básicos para que los pacientes con enfermedades cardíacas crónicas puedan disfrutar del verano sin sufrir un empeoramiento de su patología:

  • Mantenerse bien hidratado, especialmente las personas con edad avanzada. Estas personas son más vulnerables a la deshidratación y además a menudo no tienen un correcto funcionamiento de los mecanismos que regulan la sed y la temperatura corporal, por lo que hay que ofrecerles agua con frecuencia, aunque no perciban esa necesidad de beber.
  • Llevar un control rutinario de la tensión arterial. Esto es especialmente importante si se padece de hipertensión y se toma medicación antihipertensiva, para ajustar la dosis de los fármacos en función de las cifras de tensión.
  • Evitar la exposición directa del sol. Para evitar el exceso de sudoración, se debe usar ropa ligera y transpirable, así como evitar hacer ejercicio intenso cuando las temperaturas sean especialmente elevadas.
  • Realizar una dieta saludable. Aunque es un consejo médico habitual, en verano se debe tener más en cuenta. La dieta debe ser rica en productos frescos, como verduras, frutas y pescado, y evitar alimentos procesados y con mayor índice de grasas saturadas, así como el alcohol y otros excitantes cardíacos como la cafeína.

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