Victoria G. Mora. El polifacético Manu Sánchez acaba de ser nominado por su obra El Buen Dictador en la categoría Autor de los Premios Escenarios de Sevilla, unos galardones que reconocen los mejores trabajos en el panorama de las artes escénicas de la ciudad y que se entregan el próximo martes 20 de noviembre en el Teatro TNT.
El humorista, presentador y ahora también dramaturgo, es consciente de la suerte que lo acompaña al «levantar el telón y ver que el patio de butacas está a reventar». Hecho con el que reivindica el importante papel de la cultura a pesar de que «nos vendan cantilenas sobre que no es autosuficiente, ni un bien de primera necesidad».
Acostumbrado a la barba y al bigote que se había dejado para interpretar al «líder supremo» en su última obra, Sánchez bromea con su nuevo aspecto, «la nominación de dramaturgo me llega justo cuando no tengo pinta de dramaturgo».
No obstante, asegura que «si nos llevamos o no el premio será secundario», pues se siente satisfecho y agradecido con el propio reconocimiento, oportunidad que aprovecha para reivindicar que los cines y teatros «también se llenan».
El de Dos Hermanas, cuyo trabajo lo mantiene irremediablemente ligado al ámbito del periodismo, reflexiona sobre la profesión. «Venimos de una etapa en la que se han cerrado muchos medios por un contexto de burbuja en muchos sectores; una estafa vestida de crisis«, sostiene.
El humorista, que no duda en abrir el debate sobre qué es o no noticiable -«¿es noticia que en verano haga calor en Sevilla o lo sería más bien que nevase?»-, menciona el carácter amarillista al que tiende el periodismo y considera «un regalo que se abra un nuevo periódico con una intención positiva». «Puede que sea síntoma de que las cosas están cambiando», concluye.
A este respecto, Manu Sánchez apoya un planteamiento positivo de la información, convencido de que hay muchas cosas buenas que contar. Ejemplo que retrata con la conocida generación nini, «nos han convencido de que todo va peor que nunca, pero me gustan más las noticias que hablan de la generación más preparada de la historia«. Precisamente, «la desgracia es que se tienen que marchar», manifiesta.
Desde el humor, un arte ligado al disfrute, el ingenio y la crítica, y ahora desde la dramaturgia, Manu Sánchez se cuestiona la perspectiva desde la que contemplar y contar las cosas. «El optimismo y el pesimismo no siempre dependen de cómo está el vaso, a veces este está medio lleno pero porque te has bebido lo que falta, y eso también hay que contarlo».