Fermín Cabanillas/JAM. Judíos ortodoxos de medio mundo lucen sombreros fabricados en la localidad sevillana de Salteras por Industrias Sombrereras de España S.A. (ISESA), una empresa que desarrolla esta actividad desde 1885, y cuya marca es un referente global de la misma, ‘Fernandez y Roche’.
En la producción participan más de 40 operarios, de cuyas manos salen anualmente unos cincuenta mil sombreros, de los que el 90 % se exportan a mercados exteriores, sobre todo de Estados Unidos e Israel con destino a la comunidad judía ortodoxa.
Son tan característicos que poca gente se ha parado a pensar dónde se fabrican, pero los sombreros que visten las cabezas de judíos ortodoxos de medio mundo salen de esta fábrica de un polígono industrial de Salteras, son ‘sevillanos’.
Los secretos de su éxito pueden ser muchos. El gerente de la empresa, Miguel García, destaca haber tenido la oportunidad de aprovechar cierres de fábricas en Nueva York que suministraban a los judíos de la Gran Manzana para posicionar su producto.
Todo empezó con la visita de los responsables de la firma Kova Quality Hatters, de Nueva York, en los años ochenta porque se habían quedado sin proveedores. Supuso el punto de partida para que comenzasen a salir de la fábrica los clásicos sombreros que son seña de identidad de la comunidad judía, dentro de una producción totalmente artesanal.
Nueva York, entre otros, es su destino, aunque con respecto a la Unión Europea, actualmente Reino Unido es el principal mercado de destino: «fabricamos para muchos sombrereros famosos de Londres y otras ciudades», así como para diferentes marcas de lujo de confección, que tienen a su vez, venta internacional, con una sección destinada a sombreros de ala ancha que se envían directamente a Japón.
La actividad de la factoría sevillana aúna tradición y modernidad porque en las últimas décadas se han conseguido importantes avances en materia de eficiencia, con tecnología propia -no hay muchas referencias en el mundo-, pero la esencia proviene de sus inicios, en el siglo XIX, y su definitiva configuración en sociedad anónima que data, nada más y nada menos, de 1930.
La fábrica es un perfecto engranaje de personas y maquinaria, que saben lo que tienen que hacer en todo momento. Fabrican prácticamente de todo, sombreros de copa, bombines ingleses, gorras para azafatas, pero los sombreros para judíos resultan especialmente llamativos.
A nivel de clientela, la firma sevillana ha contado con celebridades mundiales, como los miembros de la Casa Real Británica, Winston Churchill o la Infanta Elena de España. También son proveedores de líderes mundiales de la moda, como Chanel.
Los célebres sombreros para judíos se hacen con fieltro elaborado con pelo de conejo procedente de Portugal o Bélgica, así como pelo de liebre y de castor, y para lijarlos emplean escamas de tiburón.
Para darle dureza al fieltro, que es de una sola pieza, en la fábrica sevillana se le incorpora una goma extraída de un árbol de la India tras la picadura de un mosquito, y una vez terminados los sombreros, un equipo de mujeres les cosen los añadidos, como el ribete o borde, el forro interior, la badana, que es de piel y se puede personalizar, y la cinta exterior.
Es todo un espectáculo ver trabajar a la fábrica, y todo un reto mantener una producción que la hace ser santo y seña de su labor a nivel mundial.