Juan Manuel Pérez Alarcón. Tarde para reventar de calor y de público. Lleno en los tendidos para presenciar una corrida de toros de Garcigrande y ver a tres toreros que por diferentes razones tienen cierto peso en el abono y afición de Sevilla. Y hoy era el primer día de aquella gente que regresa a la Maestranza con aires de fiesta, de alegría y de jolgorio. No importa como se haga, sino que se ejecute lo que sdea para que yo sea feliz. Y bajo esa premisa el que se dio cuenta del ambiente fue Julián López «El Juli», que aprovechó, con ayuda presidencial incluida con el «regalo» de una oreja «muy sevillana», un buen lote de Garcigrande, que volvió a triunfar en Sevilla, con otro generoso premio, esta vez de vuelta al ruedo, para el quinto toro de la tarde.
La corrida de Garcigrande, discreta de presentación, fue noble aunque floja, destacando el primero, segundo, quinto y sexto – menos aprovechado éste último – que fueron potables para los toreros para el último tercio, porque la tónica general es que apenas se picó en el tercio de varas.
Sublime el diestro de La Puebla a los lances a la verónica donde bordó el toreo clásico y el juego de muñecas y cadera para acompañar las embestidas de un noble animal aunque con la fuerza justa. El quite posterior por chicuelinas de mano muy baja tuvieron la repuesta deseada en el público, donde la media fue excelente para dejar colocado al toro en el caballo. Sin apenas suerte de varas y un discreto tercio de banderillas, Morante se encontró un animal sin alma para su toreo artista. Dejó detalles por ambos pitones, destacando una serie con la mano derecha. Tras una estocada algo desprendida, su labor fue premiada con una sentida ovación por ese sabor a la verónica.
Con el cuarto, un toro carente de ritmo y fuerza, Morante estuvo tan voluntarioso como práctico, dejando detalles muy toreros pero poco más. La realidad de la cabaña brava se hace patente con este tipo de toros; la falta de casta es sinónimo de aburrimiento. Silenciada su labor.
Julián López «El Juli» se gustó toreando con su estilo particular a la verónica con lances muy ajustados de mano baja, allí aceleradas y rematada la serie con una media de exquisita composición. Miguel Ángel Perera replicó por gaoneras muy acompasadas, y soltando el capote para rematar el quite. Brindó la faena a Manuel Benítez «El Cordobés» y el comienzo de faena fue extraordinario. Al más puro «estilo Ojeda» y sin mover los pies y en el mismo sitio mantuvo la pañosa a derechas para dar motivos a la Banda Tejera para interpretar magníficamente «Manolete». Faena inteligente y segura, firme en el planteamiento, con varias series muy poderosas ante una faena que fue a menos por la escasa raza del de Garcigrande. Tras un pinchazo y una estocada entera se le concedió una benevolente oreja sin la petición mayoritaria de pañuelos. Esta vez el palco se equivocó al concederla, extremo que fue advertido con algunos pitos, sonoros y visibles, em algún sector de la plaza.
Con el que cerraba su lote, y sin apenas algo destacable en los primeros compases de la lidia y ante un animal que le costaba humillar, el madrileño sacó el oficio que lleva dentro para sacarle tandas muy jaleadas por la mano derecha, con la planta la muy sentada y dejando respirar al toro entre tanda y tanda. Faena entonada pero algo perfilera y dejando en algunos pasajes medios pases. Su mejor versión vino al natural donde los lances tuvieron temple, hondura y ligazón. Volvió a coger la derecha y puso a la plaza en pie con dos circulares por la derecha. Después los naturales dando el pecho tuvieron su importancia, demostrando el torero su gran momento y cabeza delante de la cara del toro. Tras una gran estocada, las dos orejas fueron solicitadas y premiadas por la Presidencia con cierta celeridad. Además se premió al toro con la vuelta al ruedo. Excesivo premio al toro. Fácil tarde para«El Juli» en Sevilla que abre por sexta vez la Puerta del Principe.
Miguel Ángel Perera ante un animal bajo de hechuras pero armónico para Sevilla, estuvo técnico y voluntarioso en todos los tercios con un toro que no fue claro en las embestidas. Javier Ambel se desmonteró tras dos sensacionales pares de banderillas. Se paró en la muleta y lo mejor vino con la mano derecha. Sin transmisión es imposible. Lo mejor la estocada.
Salió poco colaborador el que cerraba plaza, con escasa fijeza en los engaños y pegando arreones de manso y dificultando la perfecta brega de Javier Ambel. Curro Javier dejó dos excelentes pares de banderillas. En la muleta el toro se entregó a la muleta poderosa del extremeño que ligó varias series muy estimables por el lado derecho. Faena en los medios donde el animal demostró su nobleza con alguna dosis de genio que en algunos momentos molestó en el cite al torero, momento que aprovechó la banda para dejar de tocar la música. Me hubiera gustado ver a este toro en otras manos.