Fermín Cabanillas. Antoné Ballesteros, un diseñador de moda de 32 años de edad, tiene algo que más que pasión por Eurovisión. Lo suyo es devoción.
Lleva muchos años viviendo entre su Jerez de la Frontera natal y Sevilla, y a golpe de aguja y diseños ha conseguido ganarse la vida, con la vista puesta siempre en que nada más entrar la primavera llega el momento de romper la hucha que le permite asistir en vivo no sólo a la final del concurso eurovisivo, sino a todo lo que se vive en la ciudad que lo acoge durante una semana.
Este año no ha podido ser, pero en su casa no ha faltado este sábado una reunión especial para ver el festival. Daba igual quién ganase. Lo suyo es pasión.
Él mismo admite que lo suyo “es una locura, pero una locura genial”, que tuvo su origen en el año 2001, cuando un grupo de chicos desconocidos hasta ahora comenzaron a salir en Televisión Española protagonizando un desconocido programa llamado ‘Operación Triunfo’.
Pasión por Rosa. “Fue entonces cuando comenzó mi pasión, porque me hice fan de Rosa López, me enamoré de ella -musicalmente- el día que la escuché cantar ‘Killing me softly’, y desde entonces la comencé a seguir allá donde iba».
Antoné era un adolescente entonces, pero cuando la granadina protagonizó aquella primera gala en la noche de aquel lunes, comenzó un viaje sin retorno para este diseñador, “y comencé a ir a verla a firmas de discos, promociones de televisión y radio y a todos los conciertos que con mi corta edad me podía permitir”.
Rosa representó a España en Eurovisión en 2002. Antoné ya pensó entonces en que le habría gustado ir a verla al Saku Suurhall de la capital de Estonia, Tallín, pero no le fue posible. Pero ahí empezó su relación con el festival y todo lo que representa, mientras que, de forma paralela, “seguía mi particular relación con Rosa. Fui delegado provincial de su club de fan durante dos años, y recuerdo esa época con mucho cariño”.
Desde 2002 comenzó a pensar con toda con tranquilidad en lo que quería hacer. Comenzó a acostumbrarse a ahorrar cada euro que podía, y la rompió en mayo de 2009, cuando cogió un avión que le llevó al Estadio Olimpiski de Moscú, donde Soraya Arnelas representó a España con ‘La noche es para mí”.
Cuando Salvador Sobral con ‘Amor pelos dois’ ganó Eurovisión en 2017, todo se preparó para ir el año pasado a Lisboa.
Teniendo en cuenta que no se puede repetir sede y que la economía manda, siempre espera que el festival sea cerca. Lo suyo, sí, es pasión.