SBN. Los gentilicios, o sustantivos para designar a los habitantes de un determinado lugar, no siempre son tan intuitivos como deberían. Para buscar explicación a las peculiares maneras de denominar a los residentes en determinadas localidades hay que remontarse a su historia, su cultura e incluso a tradiciones de dudosos orígenes.
En la provincia de Sevilla localizamos algunos gentilicios que llaman poderosamente la atención por su aparente falta de conexión con el nombre del municipio. En Dos Hermanas encontramos uno de esos extraños casos: nazarenos. Conociendo la gran pasión por la Semana Santa que hay en toda la provincia, se podría pensar que se debe a esta tradición y al nombre que reciben los hermanos que hacen estación de penitencia. Sin embargo, las raíces de este término se hunden en una leyenda de la época del rey Fernando III.
Según recoge la propia web del Ayuntamiento de Dos Hermanas, en la época de la Reconquista, las tierras que corresponden actualmente al municipio sevillano se concedieron al adalid leonés Gonzalo Nazareno, emparentado con las hermanas Elvira y Estefanía Nazareno. La tradición apunta que estas hermanas descubrieron en una cueva la prodigiosa imagen de Santa Ana, la cual hoy día aún se puede admirar en la localidad. Por este motivo, sus habitantes se llaman ‘nazarenos’, a partir del apellido de aquellas dos hermanas a quienes se atribuye la fundación de la población.
Otro de los gentilicios más llamativos es el de ‘moriscos‘ para referirse a los vecinos de La Puebla de Cazalla. ¿Qué tiene que ver el nombre del pueblo con los musulmanes reconvertidos al catolicismo de la época de los Reyes Católicos? Pues al parecer, Pedro Téllez Girón, Conde de Ureña y maestre de la Orden de Calatrava, consiguió para el Ducado de Osuna todo el término municipal de la por entonces conocida como Cazaba de la Frontera, aprovechándose para ello de la debilidad del rey Enrique IV.
Una vez en manos del Ducado de Osuna, cuando los monarcas Fernando e Isabel ordenaron expulsar a los moriscos de Cazalla, los duques desobedecieron a sus reyes por un motivo muy concreto: aquellos conversos tenían en su poder amplios conocimientos agrícolas, muy necesarios para sacar partido a aquellos fértiles terrenos. Por eso, desde hace más de 400 años se conoce a los habitantes de Cazalla como moriscos, y hoy día el municipio sigue siendo origen de excelentes agricultores, centrando su economía especialmente en la producción de aceites y también en la ganadería de reses bravas.
También llama la atención que los habitantes de Alcalá de Guadaíra sean conocidos popularmente como panaderos. Se trata de una zona dedicada a la agricultura y a la industria derivada de dicha actividad agrícola, pero que ha ganado relevancia por uno de sus productos artesanales: el pan. Por eso sus vecinos reciben este sobrenombre, en reconocimiento a una profesión que ha dado prestigio al pueblo, llegando a conocerse en la comarca como Alcalá de los Panaderos.
Por uno de sus ricos alimentos son llamados también los benacazoneros. En el Aljarafe se los conoce como piñoneros, al existir en la localidad desde antaño la tradición de recoger y tostar los piñones para luego dar buena cuenta de ellos.
En el Aljarafe se encuentran precisamente los alixeños, es decir, los habitantes de Castilleja de la Cuesta. Este terreno ha recibido diversos nombres desde que fuera un asentamiento tartésico. Desde Ucia a Castalla, pasando por Castra y Talasana. En 1248, con la reconquista de Fernando III, la bautizaron como Alixar o Alijar, de ahí que el gentilicio con más arraigo de sus vecinos sea el de alixeños.
Si pasamos por Osuna podremos charlar con un osunés o ursaonense / ursaonese, palabra cuyas raíces localizamos en la historia del pueblo. El origen de Osuna se remonta hasta hace unos 3.000 años, cuando los turdetanos habitaban este territorio que más adelante se conocería como Urso. En la misma línea, en Écija los ecijanos son también astigitanos, gentilicio que procede del antiguo nombre que tuvo la ciudad antes de la ocupación romana, Astigi.
En suma, muchos son los gentilicios y sobrenombres curiosos de los pueblos sevillanos, y buscar sus orígenes un aliciente más para indagar en la historia de la provincia.