Ana Rodríguez. La enseñanza es una profesión preciosa pero, ¿quién dijo que fuera fácil? En las aulas cada día los profesores se encuentran alumnos con un abanico de disposiciones muy diferentes. La motivación es el talón de Aquiles de cualquier estudiante y mantenerla viva para conseguir que preste atención y aprenda requiere de imaginación y un ingente esfuerzo por parte de los educadores.
El método de enseñanza es clave para lograr estos objetivos, al menos eso opinan los sevillanos Jesús Milla Saba y Candela García Fernández, dos profesionales, uno de la Comunicación Audiovisual y otra de la Psicología, que han acabado enfocando sus carreras hacia la docencia. Desde hace un tiempo, imparten clases a niños y adolescentes aplicando una dinámica basada en la práctica, más que en la teoría, con la que refuerzan los conocimientos que éstos adquieren en su formación reglada en centros andaluces.
Como explica Jesús, «en base a la programación educativa de la Junta de Andalucía, desarrollamos una serie de contenidos y actividades muy experimentales, a la par que coherentes con lo que están viendo en el colegio o instituto, para que les ayude con sus estudios. Tomamos como base cinco materias troncales: Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Arte de manera individualizada y Matemáticas de forma transversal a las anteriores. Y es que «incluyendo apartados de Matemáticas -cálculo y razonamiento lógico- en las demás materias, acabamos con la reticencia que le tienen los niños y las asimilan mejor», asegura Milla.
En su día a día en Steam Center, donde ambos trabajan, Candela se encarga de impartir Ciencia e Ingeniería y Jesús, Tecnología y Arte. Cada semana tocan una de las áreas que les corresponden, abordando las cuatro cada 15 días. Para esta psicóloga especializada en Neurociencia, trabajar aplicando este método educativo es ilusionante pues «se corresponde mucho con mi forma de concebir la educación. Pienso que experimentando por uno mismo es como realmente se aprende. Muchos países con mejores resultados a nivel académico y menos abandono, tienen mucha experimentación y práctica en clase. Las Ciencias, las Matemáticas son los grandes miedos de los niños porque se les enseñan de forma mecánica y por eso no les llaman la atención», asegura.
En sus clases, Jesús y Candela dedican pocos minutos a la explicación teórica. A través de vídeos interactivos muestran conceptos básicos y luego son los niños, con sus propias manos, quienes ponen en práctica lo aprendido. Para ello es importante contar con unas instalaciones y medios adecuados. Por ejemplo, Milla destaca que en Arte sus alumnos están diseñando una campaña de publicidad, y para ello están utilizando programas de edición de imagen y vídeo en el ordenador, además de un croma. «Diseñan el guion y lo llevan a grabación y edición», afirma el profesor.
En Ciencias, con Candela, los niños han descubierto el funcionamiento de los pulmones construyendo unos ‘artificiales’ con globos, hilo, pajitas y otros materiales, para ver con sus propios ojos cómo es este órgano. «Con estos experimentos, los niños pueden hacer y tocar eso que estudian. Tiene un componente emocional, se divierten y se les queda ese aprendizaje», afirma García.
Evidentemente, para llevar a cabo estas actividades las clases cuentan con un número reducido de alumnos, diez como máximo, que se distribuyen en cuatro horquillas de edad (de tres a seis años; de seis a nueve años; de nueve a 12 años y de 12 años en adelante). Además, los horarios son abiertos y flexibles, facilitando a los padres la incorporación de sus hijos a las sesiones.
Al margen de las instalaciones y facilidades, el método de enseñanza que estos dos sevillanos aplican tiene varios beneficios en relación al tradicional. El más obvio es que les permite a los receptores un «acercamiento al ámbito laboral y que vayan desarrollan habilidades y destrezas que en un centro educativo normal no se suelen trabajar», pone de relieve Jesús.
Asimismo, la cercanía al alumno permite a estos dos profesionales detectar en qué ámbito se siente más cómodo cada niño y puede desarrollarse más, lo que a su vez permite orientarlos de cara al futuro y evitar el problema de las frustraciones. Una información que se ofrece a los padres para que también puedan guiarlos.
Una de las grandes satisfacciones de Candela y Jesús es que sus alumnos acuden cada semana al Centro Steam con una sonrisa en la cara porque este otro tipo de aprendizaje les motiva y, querámoslo o no, como bien resume García, «ni el niño más listo del mundo aprende si no está motivado».