Redacción. Fundación Unicaja ha presentado en su centro de Sevilla la nueva exposición Mujeres. Entre Renoir y Sorolla, una muestra que recorre a través de la mirada de diferentes artistas plásticos y escultóricos el papel de la mujer de finales del siglo XIX y principios del XX.
La exposición se inaugurará esta tarde en el Centro Fundación Unicaja de Sevilla y abrirá sus puertas al público, con entrada libre, desde mañana en horario de lunes a viernes de 9 a 14 horas y de 16 a 20 horas; y los sábados, domingos y festivos de 9 a 14 horas, pudiendo visitarse hasta el próximo 28 de junio.
Esta iniciativa se enmarca en una de las líneas estratégicas prioritarias de la Fundación Unicaja que tiene por objetivo impulsar y acercar la cultura a la sociedad, organizando distintas muestras en todo su ámbito de actuación. Fruto de este compromiso, el Centro Fundación Unicaja de Sevilla, inaugurado el año pasado, ya ha exhibido el legado documental de los hermanos Machado, una exposición dedicada al autor valenciano Joaquín Sorolla y una muestra vanguardista que tuvo como protagonistas a Pablo Ruiz Picasso y Joaquín Peinado.
En esta ocasión, las obras seleccionadas para establecer este diálogo con el espectador forman parte de la colección de la Fundación Daurel y ahora se muestran en Andalucía para manifestar un mundo que da cabida a aspectos tanto novedosos como tradicionales, acordes con el cambio de pensamiento que se produjo con el aumento de la alfabetización de las mujeres.
El género femenino se sitúa en el eje de un cambio social que le lleva a alejarse de la idea tradicional de hogar familiar para abrirse al exterior y compartir momentos de ocio en teatros, restaurantes, parques y playas, despertándose en ellas un gran interés por la cultura y el arte, y alcanzando mayores posibilidades a través del incremento de su acceso a la formación y a la educación.
Una visión de la mujer a través de diversos artistas
A lo largo del paseo por las obras expuestas, el visitante puede ser consciente de este cambio social y observar cómo la mujer lectora adquiere protagonismo como nunca antes. Numerosas revistas son creadas para ellas, al igual que la prensa se convierte en uno de los medios más usuales para acceder al conocimiento.
Producto de este acercamiento a la lectura nacen obras como Mujer leyendo un periódico en el parque, de Isidre Nonell; La Lectura, de Modest Teixidor, compuesta por la imagen de una religiosa leyendo, o La Lectura, de Francesc Miralles, en la que se muestra la mujer burguesa consumidora de lo que Miguel de Unamuno tildó como “literatura de modistería”.
El ámbito de la mujer y la intelectualidad se representa de muy diversas maneras, manteniéndose las pinturas de interior e intimistas, en una confrontación entre lo público y lo privado. A través de obras como Mirando el exterior, de Ramón Casas, se puede contemplar el anhelo de ese exterior del que quiere ser partícipe.
Cabe destacar, a su vez, la presencia de la mujer en los parques, que se convierten en epicentros de la vida social. La obra Femme et jeune fille dans un paysage, de Pierre-Auguste Renoir, llena de luz esta exposición, ofreciendo unas figuras femeninas como ideal humano. El famoso pintor francés preconiza la imagen positiva de la mujer y la presenta en la naturaleza con una atmósfera de paz y sosiego, en una composición realizada en un momento de descanso.
Pese a los cambios, el género femenino sigue siendo el gran protagonista de los retratos, sobre todo teniendo en cuenta el gusto del coleccionismo burgués. Algunos retratos que forman parte del recorrido son: Noia de Monmartre, de Santiago Rusiñol, el cual refleja la imagen de la modelo profesional Madeleine de Boisguillaume, una joven aristócrata con la que coincidió el autor en Montmartre; Gitana vieja, de Isidre Nonell, quien se trataba de la abuela de su amante de etnia gitana; o Retrato, de Joaquín Sorolla, que revela a una mujer sentada y sonriente que deja entrever la evolución de la moda.
Aspectos novedosos y tradicionales
Independientemente de los nuevos roles que asume la mujer, durante la pintura del cambio de siglo no se deslinda de su papel sujetual, siendo objeto de numerosos desnudos, como los que pueden ser contemplados en esta muestra. Ensueño, de Francisco Masriera, aborda de manera delicada la ensoñación de una modelo femenina de belleza inalcanzable, mientras que Desnudo en el diván amarillo, de Joaquín Sorolla, nos deja apreciar el desnudo frontal de una mujer, algo que llegó a escandalizar en la época y que tuvo como consecuencia que, en la actualidad, en el marco del óleo de esta obra se conserven los orificios de sujeción de una varilla que sostenía unas cortinillas para ocultarlo en determinados momentos.
Sin embargo, la voluntad de la mujer por salir al exterior nos deja también numerosas escenas en teatros, donde su presencia como espectadora adquiere un protagonismo especial, como en Escena de París, de Anglada Camarasa; así como escenas en playas, con imágenes como Mujer Melancólica, de Joan Llimona; Mujeres sentadas en la playa con un niño, de Joaquín Sorolla, o la obra escultórica La Bañista, de Pablo Gargallo. También su acercamiento hacia diversos deportes comienza a evidenciarse con el Descanso de los ciclistas, de Ramón Casas.