Las cartas del Tarot han sido consultadas durante siglos. Quienes se dedican a ellas tratan de interpretar sus símbolos para predecir el futuro de sus clientes, y ayudarles a que tomen la dirección correcta.
Necesitamos certezas para tomar decisiones y construir nuestras vidas sobre la solidez, no estamos entrenados para lidiar con la incertidumbre. Eso explica que incluso lo más escépticos hayan sentido alguna vez curiosidad por las sesiones de Tarot, que han cambio mucho a lo largo de sus siglos de historias. Al menos, en cuanto a medios.
Los formatos se han diversificado tanto que hoy día es necesario especificar de qué tipo de servicio se trata. El Tarot sin gabinete, por ejemplo, hace referencia a una consulta en la que trabaja un/a único/a vidente, es decir, no pone en manos de un equipo heterogéneo la atención al cliente. La preferencia por el formato se debe a una atención más personalizada, más focalizada. Es más fácil forjar con el o la vidente una relación que puede durar años.
Lo que hace a un/a buen vidente
Detrás de TarotFiable está Xenia Santos, vidente de nacimiento que se afana por ayudar a sus clientes a recuperar la felicidad, según explica. Cualquier acontecimiento inesperado puede desestabilizar, como una ruptura o una pérdida, y tener cierta información puede ayudar a tomar las decisiones correctas.
Las videntes de nacimiento, como Xenia Santos, han vivido en contacto con las prácticas de adivinación desde su nacimiento, y se consideran personas que están conectadas en otro plano con el universo. “Desde que nací empecé a experimentar sensaciones y energías diferentes a los niños de mi escuela. Mi madre y mi abuela eran videntes, y yo también heredé este maravilloso don de forma natural y real”, explica la vidente.
Aunque este tipo de prácticas suelan darse en contextos informales y esotéricos, hay que tener formación para ejercer. “Mi abuela me hizo un curso de tres años de Tarot. Me lo hizo en casa, de forma tranquila y constante, por ella quería que me convirtiera en una maestra”, explica la vidente en su web. Su antecesora le explicó diferentes tipos de Tarot que ella utiliza para consultas específicas: Tarot gitano, Tarot sí o no y Tarot 3 cartas.
Evitar las estafas, el gran deseo de los clientes
Los servicios de Tarot no suelen ser económicos, pero una cosa es que se trate de un servicio que hay que pagar y otra que sea una estafa. En este mundo, como en tantos otros, hay mucho intrusismo.
Santos explica cuáles son las claves para identificar a un/a tarotista fiable de quien no lo es, y son fáciles de percibir desde el inicio del servicio: si la atención es directa, sin rodeos y sin preguntas de más que solo pretendan alargar la conversación, es probable que se trate de un/a vidente de confianza.
La transparencia también es fundamental en estos casos, y el deseo de proporcionarla es, en parte, lo que lleva a los tarotistas de hoy a dar el salto al entorno online. En las webs es fácil incluir el listado de servicios y precios, así como las condiciones legales que el cliente puede consultar antes de llamar. Si no le conviene, no usa el servicio, así de sencillo. Pero no se arriesga a llamar sin saber qué va a encontrarse luego en la factura del teléfono.
Lo ideal es, además, que la consulta disponga de varios métodos de pago para que el cliente pueda acogerse a la que más le convenga, según la consulta que vaya a hacer. El Tarot Visa se puede abonar con tarjeta de crédito y está pensado para consultas largas. Tiene un coste fijo durante los primeros minutos, el tiempo que el/la vidente dedican a activar la videncia, y a partir de ahí va siendo más económico. Por ejemplo, el Tarot Visa de Xenia Santos tiene un coste de 20 euros los primeros 15 minutos, 25 euros los 20 minutos, 30 euros por 30 minutos, etc.
Por su parte, el Tarot 806 está pensado para consultas más rápidas y directas. Tiene un coste asociado al minuto, que será diferente desde red fija o desde móvil. Por ejemplo, 1,21 euros el minuto desde la primera y 1,57 euros el minuto desde el segundo.
Una práctica de hace siglos
El hecho de que no estemos preparados para lidiar con la incertidumbre también explica que las cartas del Tarot aparecieran en Europa en el siglo XIV, se dice que sobre el 1370, y su origen, según creen los investigadores, están ligados al pueblo gitano.
Su uso no es meramente testimonial y privado. La francesa Maria-Anna-Adelaide Lenormand, nacida en mayo de 1772, aprendió a leer las cartas del Tarot, astrología y el lenguaje de colores y olores, y al morir su padre se trasladó a París con una amiga para abrir un salón que pronto se hizo famoso. Se dice que en manos de Lenormand se pusieron conocidos revolucionarios como Marat o Robespierre, cuyas muertes violentas fueron predecidas por la tarotista.
Tras ser arrestada, sospechosa de simpatía con los jacobinos, fue liberada gracias a sus contactos. Cuando contó a Josefina de Beauharnais que, según su predicción, llevaría la corona de Francia, lo que se hizo realidad en diez años, pasó a formar parte del séquito del general Napoleón Bonaparte.
La historia la recoge el escritor Javier Sierra en su página web, y da buena cuenta de la popularidad de una profesión que, como hemos visto, ha cambiado mucho desde entonces.
