Manuel Peinado Lorca, Universidad de Alcalá
En 1937, un grupo de epidemiólogos que investigaba sobre la fiebre amarilla en la cuenca ugandesa del Nilo Occidental aisló por primera vez un virus desconocido en una mujer de 37 años aquejada de fiebre. En 1940, los investigadores dieron a conocer los resultados de sus ensayos de laboratorio: el virus producía encefalitis en ratones inoculados. Lo llamaron “virus del Nilo Occidental” (WNV, por sus siglas en inglés). Más tarde, los virólogos lo incluyeron en el género Flavovirus, un virus ARN.
El virus fue posteriormente identificado en Egipto (1942) e India (1953). Afortunadamente, no era muy agresivo. Por lo general, las personas infectadas eran asintomáticas y una de cada cinco presentaba síntomas leves parecidos a los de la gripe: fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, sensación de cansancio, erupción cutánea e inflamación de los ganglios linfáticos. Estos podían durar de unos días a varias semanas y, por lo general, desaparecían por sí solos.
Los seres humanos respondían bien a la infección: las investigaciones serológicas más actuales han concluido que alrededor del 60 % de los habitantes del Nilo tienen anticuerpos contra el virus. Sin embargo, la enfermedad podía ser potencialmente mortal si el virus ingresaba en el cerebro, como ocurre en seis de cada mil personas infectadas.
En esos casos, tal y como se había detectado en ratones de laboratorio, podía causar la inflamación del cerebro (encefalitis) o meningitis, la inflamación de las meninges, el tejido que rodea al cerebro y la médula espinal.
En 1953, el WNV fue aislado en la sangre de palomas de roca (Columba livia) y del cuervo Corvus corone sardonius. En 1957 fue reconocido como la causa de un brote de meningoencefalitis humana severa en pacientes ancianos durante un brote en Israel. A principios de la década de 1960 la enfermedad fue detectada en caballos en Egipto y en Francia; a lo largo de la década aparecieron multitud de casos en el sur de Europa, el sureste de Asia y Australia. En 1999 fue detectado por primera vez en Estados Unidos.
Pronto se relacionaron los casos agudos con personas o animales que habían sido picados por mosquitos comunes o trompeteros (Culex pipiens). Hay varios virus que pueden causar encefalitis, entre otros el virus de Epstein-Barr, el virus de la varicela-zóster, el virus de Coxsackie, el virus de la poliomielitis, el virus de la rabia, el virus de Powassan y diversos virus transmitidos por mosquitos como el del Nilo Occidental, el virus de la encefalitis de San Luis y el virus de LaCrosse.
Como en otros casos en los que hay un reservorio vírico (recuérdese el caso de los murciélagos y del COVID-19), en el caso del virus del Nilo Occidental los pájaros albergaban asintomáticamente el virus, que pasaba a los humanos a través de las picaduras de mosquitos infectados después de haber picado a las aves.
En algunos casos, las personas pueden contraer el virus a través de transfusiones de sangre y de trasplantes de órganos. Sin embargo, el riesgo de contraer el virus de esta manera es muy bajo. Es importante subrayar que no se puede contraer este virus directamente de otra persona o de una mascota.
Los casos de picaduras son más frecuentes con temperaturas altas y sequía, probablemente porque la falta de agua disminuye las poblaciones de peces y otros depredadores acuáticos que se alimentan de las larvas de mosquitos. Como consecuencia, las poblaciones de adultos aumentan extraordinariamente.
La mayoría de las personas que enferma gravemente con el virus del Nilo Occidental se recupera, aunque puede tomar semanas o meses. Para su tranquilidad, recuerde que al menos ocho de cada diez infecciones en humanos son asintomáticas. Las otras dos desarrollan síntomas leves como mialgias, artralgias, náuseas, vómitos y adenopatías, y solo alrededor una de cada cien padece complicaciones graves como encefalitis, meningitis, parálisis flácida y pancreatitis.
Al parecer, los pacientes ingresados en Sevilla han desarrollado encefalitis tras sufrir picaduras de mosquitos, lo que ha motivado que la Junta de Andalucía active el protocolo de vigilancia y alerta ante enfermedades. El principal sospechoso es el virus del Nilo Occidental, y el diagnóstico ya se ha confirmado en varios de los pacientes.
El pasado lunes la Junta declaró dos focos de encefalitis provocada por el virus del Nilo Occidental en dos explotaciones de caballos de Gibraleón (Huelva) y Jerez de la Frontera (Cádiz). En cada una de ellas, al menos un caballo dio positivo en la prueba de detección de este patógeno.
Teniendo en cuenta que los brotes epizoóticos en equinos preceden a los casos en humanos, el establecimiento de un sistema adecuado de prevención es fundamental.
España, un país propicio para el virus del Nilo Occidental
Varias especies de mosquitos trompeteros del género Culex (C. pipiens, C. molestus, C. perexiguus y C. theileri) están distribuidas ampliamente en nuestra península, aunque C. pipiens es el vector más común del virus del Nilo Occidental.
En España, las condiciones óptimas de temperatura para la presencia de C. pipiens y la posible circulación del virus que nos ocupa se producen entre los meses de abril y octubre en las zonas cálidas de Andalucía.
Desde 1996, la OMS considera la fiebre del virus del Nilo Occidental como una enfermedad emergente en Europa. En España, desde el año 2010 ha habido brotes en équidos y en humanos, lo que pone de manifiesto que el patógeno circula por nuestro país. En 2019 fueron declarados cinco focos en las provincias de Huelva y Sevilla.
¿Quién está en riesgo de infección?
Se está en mayor riesgo de infección si uno vive donde se ha descubierto el virus en humanos, pájaros, caballos o mosquitos, si pasa mucho tiempo al aire libre durante los meses más cálidos y si no se protege la piel con un repelente de insectos con DEET.
Sin embargo, incluso en áreas donde se han notificado casos del virus, es muy poco probable que una persona enferme por la picadura del mosquito.
¿Se puede prevenir o evitar?
No hay vacuna para prevenir el virus del Nilo Occidental en humanos ni medicamentos antivirales específicos. El tratamiento es sintomático y de apoyo. La mejor forma de prevenir infecciones es dificultar que un mosquito le pique.
Para ello, si vive en zonas de riesgo, adopte algunas medidas elementales:
- Los mosquitos se reproducen en agua estancada. Vacíe el agua de bebederos para pájaros, albercas, azudes, macetas, piscinas para niños y otros lugares donde las larvas puedan acumularse.
- Repare las mosquiteras de puertas y ventanas.
- Los mosquitos son más activos al amanecer, al atardecer y en las primeras horas de la tarde. Trate de permanecer en casa en esas horas.
- Si sale al aire libre cuando los mosquitos están activos, vista zapatos y calcetines, pantalones largos y una camiseta holgada de manga larga de color claro. Si va a estar al aire libre, use un repelente de insectos que contenga de 20 a 30 % de DEET.
Cruce los dedos y tranquilícese: este es un virus amable, nada que ver con el responsable de la COVID-19.
Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Departamento de Ciencias de la Vida e Investigador del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos, Universidad de Alcalá
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation bajo el título Caballos y mosquitos: el virus del valle del Guadalquivir. Lea el original.