Redacción. “Las medidas actuales sanitarias están fallando en contemplar un elemento clave: La calidad del aire en los hogares. Obviar esto puede tener consecuencias graves en la situación actual”, así lo alertan el profesor de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad CEU San Pablo Roberto Alonso González Lezcano, la investigadora del mismo centro Sonia Cesteros y los profesores Samuel Domínguez y Jessica Fernández-Agüera del Instituto Universitario de Arquitectura y Ciencias de la Construcción, de la Universidad de Sevilla en un artículo titulado: El mal aire también puede matar: la calidad del aire interior residencial y el riesgo de exposición a contaminantes durante la crisis del COVID-19, publicado en International Journal of Environmental Research and Public Health.
El trabajo pretende alertar sobre los riesgos derivados del proceso de confinamiento en los domicilios, debido a que, habitualmente, no disponen de las capacidades y sistemas para soportar el desarrollo de actividades de manera continua las 24 horas del día, máxime con un aumento de uso de los procesos de limpieza y desinfección.
“Los habitantes de las viviendas deben ser conscientes de las limitaciones de sus hogares; así como de los riesgos derivados de uso intensivo para los que no se han diseñado. Aunque el hogar suele ser asumido como un espacio seguro y de refugio, es necesario ser conscientes de los riesgos ocultos para así poder tomar medidas de mitigación oportunas, en muchos casos, ligadas a los cambios de hábitos”, según explican.
Comparativa de la calidad del aire en cuatro tipos de viviendas
El artículo desarrolla una investigación longitudinal comparativa de la calidad del aire en cuatro tipos de viviendas en la ciudad de Madrid -que han funcionado como testigo—antes y durante el periodo de confinamiento domiciliario. La investigación se ha centrado en la evolución de sus niveles de dióxido de carbono interior (CO2), compuestos orgánicos volátiles (VOC´s) y partículas finas (PM2.5). González-Lezcano relata: “Se ha podido comprobar cómo, aunque la calidad del aire de la ciudad mejoró en general, la calidad dentro de las viviendas sufrió un deterioro significativo, lo que unido al incremento del tiempo de permanencia aumentó la exposición a una atmósfera poco adecuada”.
Si bien los riesgos asociados a una exposición continuada a ambientes inadecuados suelen tener efectos a medio o largo plazo en la salud, la literatura ha identificado la posible acción en el corto plazo sobre la sensibilización y/o agudización de patologías previas tales como asma, alergias, etc., que, a su vez, aumentan la vulnerabilidad, el riesgo de contagio o desarrollo de procesos más severos, frente a enfermedades respiratorias como puede ser el caso del SARS-CoV-2.
Importancia de una buena ventilación
En este sentido, los expertos alertan sobre la importancia de una buena ventilación, especialmente de cara a la entrada del invierno: “Una inadecuada práctica de la ventilación del hogar, en muchos casos asociada a la preocupación por el ahorro de energía de calefacción, combinada con un uso más intensivo de productos de limpieza y de higiene -en general por el propio miedo a los contagios- ha producido un significativo incremento de la concentración y persistencia temporal de contaminantes químicos en el interior de las viviendas”.
Un factor de preocupación es que la primera ola de confinamientos se produjo durante un periodo de clima relativamente templado, permitiendo una práctica moderada de la ventilación; pero ahora se incrementan los riesgos. Los investigadores advierten: “Existe un riesgo potencial sobre confinamientos desarrollados durante periodos más fríos, que pueden ser especialmente incidentes en los sectores de menores recursos económicos, donde la necesidad de reducir costes de calefacción puede afectar a la ventilación de los hogares, en lo que hemos venido a definir como el círculo vicioso del confinamiento”.