Redacción. El altramuz, el garbanzo o el zumo de naranja fermentado contienen compuestos de interés para la salud del corazón. Así lo han identificado desde la Universidad Pablo de Olavide un grupo de investigadores, liderados por Soledad Fernández Pachón, que emplea biotecnología (tecnología de alimentos) para estudiar aquellos compuestos de origen vegetal con propiedades para prevenir enfermedades crónicas.
“El riesgo cardiovascular está relacionado con diversos eventos en el organismo, como el estrés oxidativo, la acumulación de lípidos en sangre o los estados proinflamatorios”, apunta esta bióloga. Para atajar estos problemas, analiza con biotecnología en su laboratorio compuestos bioactivos vegetales, sustancias químicas presentes en pequeñas cantidades en los alimentos y que intervienen en procesos fisiológicos tales como la reducción de la inflamación, el colesterol o la oxidación celular.
Varios de ellos los ha encontrado en la naranja. Más concretamente, en la fermentación de su zumo, un proceso que ‘enriquece’ sus propiedades saludables y que las sitúa por encima de otras bebidas derivadas de frutas. “Esta bebida contiene compuestos fenólicos, carotenoides, vitamina C y melatonina, con actividad importante en el abordaje de enfermedades crónicas. A ello se suma un contenido en alcohol muy bajo, de apenas un grado”, apunta la investigadora.
En varios estudios, tanto en ratones como en humanos, este equipo de la UPO ha visto cómo fermentar el zumo de naranja previene mejor que el zumo de partida el riesgo cardiovascular a través de su acción antioxidante, además de por su impacto sobre el perfil lipídico y la inflamación. Una innovación que Fernández Pachón entiende de interés para el sector, ya que “el desarrollo de nuevos productos derivados de esta fruta podría suponer nuevas vías para su comercialización, en especial para Andalucía que concentra casi el 35% de la producción española de cítricos”.
Alimentar el corazón
Soledad Fernández Pachón defiende la importancia de incluir verduras y frutas en todas las comidas del día, así como priorizar fuentes de proteínas vegetales (legumbres y cereales integrales), los frutos secos sin procesar o el aceite de oliva como grasa culinaria, tanto en la cocina como para aderezo. “Si además realizamos las comidas en buena compañía, sin prisas y sin estrés, siendo conscientes de los sabores, texturas y olores, obtendremos mayores efectos saludables a través de nuestra alimentación”, comenta.
Una de sus líneas de trabajo actuales de biotecnología recae sobre el altramuz. En colaboración con el doctor Carrillo Vico, del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), y los doctores Millán Rodríguez, Millán Linares y Pedroche Jiménez del Instituto de la Grasa (CSIC), estos científicos han obtenido resultados positivos sobre su uso en relación a los factores de riesgo de la aterosclerosis, enfermedad producida por el depósito de placas en las arterias y que puede derivar en infarto o derrame cerebral.
En concreto, han realizado un ensayo pre-clínico en ratones sobre el consumo de hidrolizados proteicos de esta legumbre. Una técnica de biotecnología que ‘rompe’ las proteínas en partes más pequeñas (péptidos) y que permite una mejora a la hora de su actividad biológica y su proceso digestivo. Algo que hace esta tecnología de gran interés, por ejemplo, en nutrición deportiva, donde Soledad Fernández ensaya con el garbanzo en colaboración con los doctores Millán Rodríguez, Millán Linares, Pedroche Jiménez y González Jurado (UPO).
Estudio con pacientes síndrome metabólico
En las próximas semanas el equipo de la Pablo de Olavide, IBiS y CSIC va a iniciar un nuevo estudio, esta vez con pacientes con síndrome metabólico, un trastorno asociado a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares o diabetes tipo II. En concreto, ensayarán un preparado hidrolizado de altramuz para medir su impacto sobre diversos factores como la oxidación, el perfil hepático o renal, el metabolismo de lípidos… “La idea es establecer tanto la eficacia terapéutica de este tipo de productos como evaluar su seguridad y tolerabilidad”, apunta la científica.