Redacción. En verano se producen cambios en los hábitos de vida con el aumento de las temperaturas que conllevan un incremento de la diabetes mellitus gestacional (DMG) entre las mujeres embarazadas. Se estima que la prevalencia global de diabetes mellitus gestacional es del 17%.
Según define la doctora Marta Cascajares Solano, miembro del Servicio de Ginecología y Obstetricia de Quirónsalud Sagrado Corazón, “la DMG es la disminución de la tolerancia a los hidratos de carbono que se diagnostica por primera vez durante la gestación, independientemente de su persistencia una vez finalizado el embarazo”.
La especialista indica que las altas temperaturas unidas a los cambios de hábitos durante las vacaciones (comidas frecuentes fuera de casa y menor ejercicio) dificulta la tarea de mantener buenos niveles de glucosa en sangre, por lo que el riesgo de sufrir hipoglucemia aumenta, así como la forma en que su cuerpo absorbe la insulina administrada. De esta manera se hace necesaria una vigilancia más estrecha.
Ciertas complicaciones
En cuanto a las pacientes diabéticas durante la gestación, la doctora apunta que sufren ciertas complicaciones preexistentes de la misma como la afectación de pequeños vasos o nervios que pueden dar lugar a agotamiento por calor y golpe de calor para lo que recomienda una buena hidratación con agua, infusiones o bebidas no azucaradas y practicar ejercicio evitando las franjas horarias con temperaturas más altas.
La ginecóloga alerta de que la epidemia actual de obesidad a nivel mundial ha incrementado la incidencia de DM tipo 2 entre la población en edad fértil, aunque igualmente hay otros factores de riesgo como son la edad (mayores de 35), la obesidad (IMC >30 kg/m2), antecedentes de DMG o alteraciones del metabolismo de la glucosa, sospecha de diabetes gestacional previa no diagnosticada, DM en familiares de primer grado e igualmente determinadas etnias del sudeste asiático, latinas y norteafricanas tienen mayor riesgo.
En cuanto a la prevención, la especialista incide en que el objetivo de intervenir en el estilo de vida es la pérdida de peso que lleva a la mejora de la resistencia a la insulina y a la secreción deficiente de insulina. Se estima que las actuaciones en el estilo de vida podrían reducir el riesgo de DMG en un 20% en comparación con la atención estándar.
Puede reducirse entre un 30 y un 50% si se realizan cambios en el estilo de vida
La DMG no tiene por qué perdurar tras el embarazo, aunque según la especialista en un metaanálisis las pacientes con DMG tenían un riesgo casi 10 veces mayor de desarrollar DM tipo 2 posterior que las pacientes con embarazos normoglucémicos. Asimismo “la incidencia anual de diabetes puede reducirse entre un 30 y un 50% si se realizan cambios en el estilo de vida en comparación con ninguna intervención”, señala la doctora Cascajares.
Como posibles complicaciones la ginecóloga señala que a corto plazo puede aparecer: macrosomía, polihidramnios, muerte intrauterina, morbilidad neonatal (hipoglucemia, hiperbilirrubinemia, hipocalcemia, hipomagnesiemia, policitemia, distrés respiratorio y cardiomegalia) y organomegalia fetal.
En cuanto al recién nacido, la doctora relata que este no nace diabético, pero pueden derivarse una serie de problemas debido a la DMG: hipoglucemias, hipocalcemia, hipomagnesemia, mayor riesgo de malformaciones congénitas cardíacas, cerebrales, renales y gastrointestinales, así como de retraso del crecimiento intrauterino. Igualmente, pueden ser fetos con un peso elevado para su edad gestacional “lo cual dificulta en ocasiones el parto pudiendo dar lugar a complicaciones como: fracturas de clavícula, parálisis braquial o distrés respiratorio, entre otros”.
Los síntomas que puede presentar un recién nacido con hipoglucemia son: temblor, irritabilidad, hipotonía o succión débil. Si son manifestaciones leves se tratan con lactancia materna, concluye la especialista.