Redacción. Especialistas del Hospital Universitario Virgen del Rocío advierten de la necesidad de prevenir los accidentes en piscinas y playas ya que todos los años reciben casos de ahogamientos en niños y jóvenes con lesiones medulares provocadas por zambullidas. Cada año, pueden atender una decena de casos que terminan con la muerte del menor o lesiones graves que limitan la movilidad y la calidad de vida de los adultos.
Ahogamientos en piscinas
Los ahogamientos suelen ocurrir en piscinas privadas o de comunidades, bañeras o piscinas de plásticos. Los especialistas de la unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Infantil piden supervisión estrecha, la colocación de barreras de seguridad en estos espacios, y que los menores aprendan a nadar cuanto antes porque además así aprenden los límites o cuidados en el agua. Además, es importante el uso de dispositivos de flotación homologados junto a la supervisión. El flotador no exime de seguir vigilando a los niños ya que existe riesgo de vuelco o mal uso.
Maniobras de reanimación
El que la población conozca las maniobras de reanimación cardiopulmonar también ayuda a mitigar los efectos del ahogamiento. Para ello, hay que sacar del agua al menor inmediatamente, comprobar si respira, si está consciente, y avisar a los servicios de emergencia a través del 112 para que acudan al lugar. Colocar al menor en posición fetal, iniciar las maniobras de reanimación y cuidar que los niños no pierdan el calor corporal serían los siguientes pasos para aquellas personas que están instruidas en estos cursos.
La tercera lesión más frecuente en jóvenes
Por otro lado, las zambullidas son la tercera causa de lesión medular más frecuente entre los jóvenes, tras los accidentes de tráfico y las caídas, suponiendo aproximadamente el 5% de las lesiones medulares traumáticas en nuestro país.
Desde la Unidad de Lesionados Medulares del Hospital Universitario Virgen del Rocío, sus especialistas recomiendan conocer la profundidad de una piscina, un río o el mar, sobre todo en relación con la altura desde la que uno se lanza, para evitarlas. A la hora del baño, hay que zambullirse siempre con los brazos situados en prolongación del cuerpo, protegiendo así el cuello y la cabeza.
Si el agua está turbia, no hay visibilidad, y en cualquier caso, conviene inspeccionar previamente la zona para comprobar su profundidad y que no haya elementos sobre los que se pueda golpear como piedras, u otro tipo de objetos contra los que se pueda impactar. Sólo es aconsejable zambullirse cuando la seguridad sea completa.
Al igual que en el caso de los menores, siempre que se produzca este tipo de accidente es muy importante no movilizar el cuello de la víctima, evitar movimientos de la columna y avisar al 112.