EP. El escultor y artista multidisciplinar José Manuel Díaz Cerpa, conocido como ‘Vichero’ en el mundo del arte y especializado en la escultura en bronce, ha patentado recientemente un «diseño industrial alimentario» gracias al cual es posible obtener queso de untar, confituras e incluso «pringá» con forma de panal de abeja; así como una «galleta» de repostería con la misma forma, sobre la cual untar productos gastronómicos como los mencionados.
José Manuel Díaz Cerpa, quien años atrás ya saltaba al primer plano mediante la fundición de hachas y espadas en hornos de adobe construidos sólo con barro, paja, piedras y sus propias manos, al objeto de recuperar las primitivas técnicas de fundición con las que habrían sido elaboradas las armas y herramientas durante la Edad del Bronce; ha explicado que esta nueva idea deriva de la experiencia de su hijo Juan Daniel como «apicultor profesional durante un tiempo».
Diferentes experimentos con los panales de abeja de su hijo, según sus palabras, le suscitaron la idea de elaborar «un molde» con forma de panal, al cual aplicar queso de untar, paté o mermelada, así como otras confituras y cremas culinarias; para dar a tales productos el particular aspecto de las celdillas hexagonales de los panales de abeja.
Diseño industrial alimentario
Tras «diversas pruebas», a finales del pasado mes de junio, este artista e investigador autodidacta registraba ante la Oficina Española de Patentes y Marcas, adscrita al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, un «diseño industrial alimentario» con diez versiones merced al mismo número de colores, gracias al cual conseguir cremas gastronómicas, patés y confituras con forma de panal de abeja.
«La técnica para hacer real ese diseño», según sus palabras, consiste en «un molde de silicona que reproduce fielmente la imagen patentada de los panales», con sus características celdillas prismáticas hexagonales, que permite la aplicación de los citados productos gastronómicos para que adopten la forma de panal de abeja.
Se trata de un diseño, según explica José Manuel Díaz Cerpa, capaz de acoger incluso la tradicional «pringá» andaluza, el popular paté fruto de la mezcla de los diferentes ingredientes cárnicos del puchero o del cocido. «Es posible un panal de pringá», se ufana este investigador autodidacta, explicando que este diseño está destinado a su uso «en la industria hostelera o de la alimentación», pero también a las cocinas de cada hogar.
Panales fritos para repostería
Es más, una vez registrado este «diseño industrial comestible o alimentario», José Manuel Díaz Cerpa ha manifestado que la idea tiene otra vertiente, traducida en «panales fritos para la repostería».
Más al detalle, ha precisado que se trata de verter en el citado molde, fabricado con una silicona que soporta temperaturas de hasta 260 grados, una masa similar a la de las tradicionales rosas fritas o los pestiños; para freírlo a unos 180 grados y obtener así una suerte de «galleta» sobre la cual untar queso o confituras, esta vez en su estado natural.
Y es que como bien expone este polifacético artista e investigador, «las celdillas» de estos panales gastronómicos «se llenan de cualquier cosa que se les unte», al «atrapar» en su interior el producto alimenticio en cuestión. Todo un invento, según sus palabras, tanto para la industria hostelera «como para el uso doméstico».