Redacción. Un estudio del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, instituto mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universidad Pablo de Olavide (UPO) y la Junta de Andalucía, ha revelado, fruto de la experimentación en modelos animales como el pez medaka y el ratón, que los mecanismos que usan las células de las aletas de los peces y de los dedos de mamíferos para dividirse son muy similares, a pesar de que estas estructuras son muy diferentes.
En concreto, el trabajo publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS) ha mostrado que el número de dedos que se forman está bajo el control de la vía Shh-Gli3. Si disminuye la actividad de ésta, se forman menos de cinco dedos y si la vía está más activa, se forman más.
El investigador del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo Javier López-Ríos ha explicado a través de un comunicado que el gen Gli3 «es responsable de restringir el número de dedos a cinco, y mutaciones en humanos o en ratón que inactivan este gen dan lugar a manos y pies con entre 6 y 9 dedos, lo que se conoce como polidactilia».
Investigadores
El estudio, cuyos primeros son Joaquín Letelier y Silvia Naranjo, ha sido resultado de una colaboración entre los grupos liderados por los investigadores del CABD José Luis Gómez-Skarmeta (fallecido en 2020), Juan Ramón Martínez-Morales y Javier López-Ríos, y ha contado con la colaboración de la Universidad Mayor, en Santiago (Chile), y del «prestigioso» paleontólogo Neil Shubin, de la Universidad de Chicago.
Un problema «central y fascinante» en biología evolutiva es tratar de entender cómo un cierto linaje de peces fue capaz de conquistar el medio terrestre hace más de 350 millones de años. Estos primeros tetrápodos (del griego tetra- ‘cuatro’ y -podo ‘pies’) constituyen los ancestros de todos los anfibios, reptiles, aves y mamíferos actuales, incluyendo los humanos.
Entre otros cambios, estos animales desarrollaron pulmones que les permitían extraer el oxígeno del aire y sus aletas, adaptadas a la natación, se transformaron en patas robustas que les permitieron caminar en el medio terrestre. Esta estructura de extremidad (brazo, antebrazo, muñeca y dedos), es la misma que podemos observar en el esqueleto humano.
gen Gli3
Estos investigadores se plantearon qué ocurriría si se inactiva el gen Gli3 en peces, los cuales no tienen dedos. A este respecto, López-Ríos ha detallado que «se recurrió a la tecnología Crispr/Cas9 (Nobel de Química 2019 a Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna) para eliminar la función del gen Gli3 en pez medaka, un pez de origen japonés y separado evolutivamente de los tetrápodos por más de 400 millones de años de evolución». «Sorprendentemente, los peces que carecen de la actividad Gli3 desarrollan aletas mucho más grandes, con muchos más huesos, lo que recuerda a la polidactilia que aparece en ratones y humanos cuando Gli3 no funciona correctamente», ha manifestado.
El investigador del CABD ha añadido que «mediante métodos moleculares y genéticos, se pudo concluir que las aletas de los peces y los dedos humanos se forman mediante mecanismos parecidos, pero no idénticos, y que nuevos genes se fueron incorporando a estas redes de regulación que controlan el desarrollo de la extremidad para dar lugar al esqueleto de los brazos y piernas como se conocen en la actualidad».
Estos estudios revelan que la función primigenia de la vía Shh-Gli3 era controlar el tamaño de las aletas, y que ésta función se ha mantenido en las aletas de los peces y los dedos de los tetrápodos, lo que indica que, al contrario de lo que se pensaba, existe una relación ancestral muy profunda entre estas estructuras.