Redacción. Se les denomina de varias maneras: adhesivos, pegatinas o stickers. Los usan todo tipo de personas. Tienen diversas funciones: identificar, ordenar, promocionar o avisar. Y ahora se pueden imprimir adhesivos personalizados en imprentas digitales como ésta por Internet.
La historia de los adhesivos es tan larga como la del propio hombre. Existe constancia arqueológica de que en los muros de las paredes de algunos mercados del antiguo Egipto se pegaban trozos de papiro con los precios de los productos hace 5000 años. No obstante, tenemos que llegar a mediados del siglo XIX para encontrar algo parecido a las pegatinas actuales.
Rowland Hill inventó en 1839 un sello de correos, el Penny Black, que tenía su reverso hecho con una sustancia que se volvía pegajosa al contacto con el agua o la saliva, y de esa manera se adhería al sobre. El Penny Black revolucionó el uso del correo y los beneficios de la compañía postal británica. Sin embargo, la primera pegatina autoadhesiva se inventó en 1960. Ray Staunton Avery creó las famosas Avery labels que se pelaban, como las actuales, y se pegaban con la única fuerza de la presión de las manos. Desde entonces, los adhesivos acompañan multitud de tareas tanto de individuos como de empresas.
Las pegatinas adhesivas, como ya hemos mencionado, dieron solución en un principio a la necesidad de marcar los precios y las características de los productos. Como el mercado es variable y los precios podían sufrir modificaciones, se necesitaba de un objeto que se adhiriera y se despegase fácilmente según iban cambiando los precios. Pero ahora además, los adhesivos cumplen otras funciones en una empresa: marcar bienes y equipamiento como propiedad de la compañía, diferenciar los diversos tipos de objetos guardados en contenedores de similar apariencia, señalar las salidas y los procedimientos de emergencia, o identificar el instrumental y las herramientas de trabajo. Todos sabemos de la importancia de los códigos de barras para el comercio y la organización de un negocio. Pues bien, la mayor parte de esos códigos son stickers.
Más allá, las etiquetas adhesivas son un soporte para expresar la identidad. De hecho, existe una metáfora muy extendida «poner una etiqueta» que puede significar dos cosas bien distintas: una negativa, cuando es otro el que nos «etiqueta» y nos coloca en un sitio que no consideramos que es el nuestro; y otra positiva o neutra, cuando somos nosotros los que fijamos cuál es nuestra identidad y promocionamos nuestros valores y nuestras virtudes. Por eso las pegatinas son un inmejorable medio para realzar la imagen de marca, por su aspecto físico de estar en contacto con los objetos y por el mencionado valor de identidad. Se entiende más fácilmente entonces que los adhesivos sean considerados, además de un medio de publicidad, un regalo, que entre otras cosas se puede coleccionar.
Las etiquetas adhesivas son el primer contacto visual que el público tiene con un producto (para comprobarlo solo tenemos que pensar un refresco, una botella de vino, una garrafa de aceite de oliva o la pegatina de una edición especial de una novela). Sus lemas, su tipografía, y sus colores pasan a formar parte esencial de la marca de una compañía. Asimismo, hay otros muchos beneficios que los adhesivos aportan: su bajo coste, la rapidez de su producción y la flexibilidad, el hecho de que se adaptan a varios tipos de superficies y de contenedores. Todas estas razones han hecho del adhesivo un elemento imprescindible de cualquier estrategia de marketing y de cualquier forma de organización empresarial. Son una forma de crear imagen y emoción y por ello debemos tomarnos en serio cómo las diseñamos y cómo las imprimimos: son algo que siempre estará cerca.