Fermín Cabanillas. El profesor de Biología Carlos Lobato es un fans de las camisetas frikis, él mismo la define así.
Cuando va por los pasillos del instituto, casi se confunde con un alumno, quizás por eso sus clases tienen la chispa de quien es capaz de traspasar sus conocimientos partiendo de lo más sencillo, usando las nuevas tecnologías, y abriendo los ojos a la realidad y a la actualidad.
Un cóctel mezclado con puro conocimiento de la naturaleza y sus habitantes.10:50 de la mañana de un viernes en la vida del IES La Campiña.
El centro está rodeado de trabajos de ciencias, con formas geométricas y algún que otro invento tecnológico del espacio. Todo, combinado con artilugios más o menos creativos que se quedan sin espacio ya en los estantes.
Como ejemplo de creatividad, una cabina londinense que se encuentra en una de las subidas a la planta superior.
Carlos Lobato, profesor de Biología, recorre los pasillos en busca de una clase de Tercero de la ESO cuyo alumnado ya espera por los alrededores.
A primera hora de la mañana, llega a su clase con libros, carpetas y… figuras de playmobil, pokemon y un DVD de Bob Esponja, porque hoy toca estudiar las esponjas, pero estudiarlas a su forma.
Gamificación. Lo que hace se llama «gamificación de la enseñanza», y consiste, básicamente, en hacer que los alumnos tengan la sensación de que no están en clase, sino en una charla en la que, sin darse cuenta, reciben en su cerebro los conocimientos a los que están destinadas finalmente las clases.
La clase tranquila, nada que ver con las noticias que salen en los medios de comunicación sobre el alumnado con falta de interés, con mala educación y malas formas.
Los alumnos del IES La Campiña son adolescentes, visten como adolescentes y se comportan como tal. La única diferencia con los de hace 32 años es que en las clases hay proyector y el profesor mira en una tablet los ejercicios del día.
Los móviles asoman por los bolsillos de los chandall, las clases son más visuales, pero la pizarra y las tizas siguen presentes. Y también los profesores que enganchan como Carlos Lobato, biólogo que planta semillas en las mentes para verlas crecer en el futuro.
Con todo, Carlos Lobato, que le gusta que le llamen «maestroescuela», ha conseguido llevar a la docencia una de sus mayores pasiones, como son las figuras de Playmobil, ya que es mucho más que un fan de esta línea de juguetes de plástico fabricados por el grupo Brandstäter alemán, con una habilidad especial para convertirlos en un personaje de moda o histórico, para darle a sus alumnos una motivación especial a la hora de que sus materias entren en sus cerebros.
En la práctica, este profesor siempre mira el calendario antes de entrar en clase, y se prepara algo relacionado con la fecha, con el personaje que celebra su efemérides o con un acontecimiento relevante relacionado con la ciencia.
Así, «cuando toque hablar del ciclo de Krebs les mostraré la figura que le rememora, que viene conmigo a clase, que interactúa con los alumnos; cuando toque la evolución, me llevaré el de Darwin, entre otros, y se consigue, con un material cercano, atractivo y aparentemente poco didáctico, colarles a mis alumnos la ciencia».