Redacción. Para ello, el Ayuntamiento de Utrera lleva varios meses en contacto con familiares de Juan Luis Vasallo, el escultor que en el año 1947 recibía el encargo de la ciudad de Utrera para diseñar un monumento que honrara a dos de sus hijos más reconocidos y queridos: los hermanos Joaquín y Serafín Álvarez Quintero.
La obra fue impulsada por numerosas instituciones, entre ellas los ayuntamientos de Utrera y Sevilla, la Sociedad General de Autores, de la que fueron miembros fundadores, el Casino Español de México o la Real Academia Española, entre otras. Sin embargo, en 1963 se inauguraba el monumento inacabado ya que no se recaudó el dinero suficiente.
El alcalde, José María Villalobos, ha puesto de manifiesto que “siempre ha existido un anhelo en el pueblo de Utrera de terminar de alguna manera el monumento a Joaquín y Serafín, y creo que la celebración del 150 aniversario de su nacimiento es el mejor momento”.
Así las cosas, Fernando Vassallo Magro, arquitecto y nieto del escultor, está actualmente trabajando en el proyecto que será presentado en la próxima feria del libro que se celebrará precisamente en el parque de Consolación en el mes de mayo.
En el proyecto también van a poner su granito de arena un hijo del escultor, José Manuel Vasallo Rubio, arquitecto y colaborador de su padre. Así como Marta Vasallo Magro, historiadora del arte y nieta del escultor, dedicó su tesis doctoral a la obra de su abuelo.
Villalobos ha declarado que “dada la vinculación de José Manuel, Marta y Fernando con la obra de su familiar, está totalmente justificado que casi 70 años después del primer encargo sea la misma familia Vassallo la que culmine el proyecto”. José María Villalobos ha explicado que “en las conversaciones que hemos mantenido se ha decidido que lo mejor, por el tiempo transcurrido y por la falta de información del proyecto original, es realizar una actuación paisajística y arquitectónica en el entorno de la escultura para realzarla y ponerla en valor”.
UN PROYECTO PARA DAR REALCE A LA ESCULTURA
El proyecto original, que mereció los elogios de los académicos sevillanos, se configuraba como un basamento de granito gris formado por un cuadrilátero de unos doce metros y medio de anchura, con césped por su parte anterior y un estanque de unos ocho metros de longitud en la parte posterior. En el centro se levantaría un templete de seis metros y medio de altura cobijando una gran fuente rematada por el emblema quinteriano en bronce.
El agua manaría por surtidores a manera de mascarones de bronce, ostentando unas figuras representativas de La Comedia y La Tragedia. Delante se colocaría la parte fundamental del monumento; la figura abrazada de los hermanos Álvarez Quintero, en un bloque, formando una sola figura, expresando así su entrañable complicidad. Detrás una mujer -Andalucía- les ofrece el simbólico laurel. El monumento estaría rodeado de un frondoso jardín al que se accedería a través de unos arcos de tuyas.
El proyecto actual plantea la conveniencia de concluir el monumento actualizando la arquitectura que acompaña a la escultura. De esa manera se busca lograr dar realce a la pieza escultórica original.