Redacción. Hoy, 29 de octubre, se conmemora el Día Mundial del Ictus. En España, el ictus es la segunda causa de muerte. Sin embargo, su mayor reto no siempre se ve. Hablamos de las secuelas invisibles.
El centro andaluz CRECER, dirigido por la doctora Rosario Domínguez, acumula 28 años de experiencia. Por ello, insiste en una atención integral y temprana. Este enfoque mejora la recuperación. Además, ayuda a paliar las secuelasque limitan la vida diaria.
El doctor Fernando Machuca, neuropsicólogo y coordinador del Servicio de Neuropsicología de CRECER, lanza un aviso claro. Las secuelas invisibles “no se aprecian a simple vista”, pero impactan profundamente. De hecho, muchos pacientes “no saben a qué se enfrentan” tras superar el riesgo vital. Así, se sienten incomprendidos y desinformados. Conocer el proceso alivia y empodera a pacientes y familias.
Según Machuca, la queja se repite: “Estoy bien, pero no soy el que era”. Las consecuencias afectan dos áreas interrelacionadas: cognitiva y emocional. En lo cognitivo, el cerebro dispone de menos recursos para atención, memoria y planificación. Tareas antes simples —como recoger la cocina o ver una película— se vuelven agotadoras. Además, aparecen olvidos de objetos o citas y bloqueos al procesar información. Por ejemplo, preparar una maleta, hacer una compra online o responder un correo. Cuando la persona no puede, a menudo abandona. En consecuencia, cae la autonomía y crece la frustración.
En lo emocional, también hay cambios. Surgen altibajos de humor, apatía y dificultad para gestionar emociones. Desde fuera no se ven, pero condicionan la convivencia y la calidad de vida. Aquí, la Neuropsicología resulta clave. Porque permite evaluar, explicar y tratar estas secuelas con objetivos realistas.
Ante este escenario, CRECER impulsa un abordaje multidisciplinar. Así, integra neuropsicología, fisioterapia, logopedia y terapia ocupacional. Paso a paso, pacientes y familias comprenden lo que ocurre. Después, aplican estrategias para recuperar autonomía y bienestar. El objetivo es claro: una vida lo más normalizada posible. En definitiva, el Día Mundial del Ictus recuerda que actuar a tiempo y mirar lo invisible cambia el pronóstico.
