Fermín Cabanillas. «No es exagerado decir que es una de las imágenes del Crucificado más estremecedoras de las que hay en Sevilla. Corona el gran Retablo Mayor de la Catedral, y de él escribe el profesor Hernández Díaz: El Cristo del Millón, obra del siglo XIV, joya de la Catedral y de la propia iconografía pasionista». El delegado diocesano de Patrimonio Cultural de la Archidiócesis de Sevilla, Fernando Gutiérrez, describe así una de las joyas religiosas de la catedral de Sevilla, que, curiosamente, tiene un hermano muy cerca de la capital andaluza.
Este experto en arte cita que con él, componían la Virgen dolorida y el Evangelista San Juan –de idéntico tiempo y valía- , constituyendo el grupo llamado ´Calvario´, versión occidental de la ´Deesis´ bizantina constituida por el ´Pantocrator´, la Virgen y el Bautista… «Esta imagen existía ya en la Catedral que se levantó a partir del siglo XIII con la conquista de Sevilla, anterior a la actual Catedral, y estaba colocada a menor altura de lo que está actualmente».
Con todo, «es uno de los crucificados más antiguos de Sevilla, con el cuerpo arqueado propio del estilo gótico, fijado en la cruz arbórea con tres clavos, con un largo sudario de complicados pliegues, los ojos entornados y los labios entreabiertos. La cabeza está profundamente inclinada sobre el hombro derecho, en un gesto de suprema entrega al acabar de expirar».
Eso sí, aunque su tipología es parecida al Cristo de San Pedro de Sanlúcar la Mayor, se puede entender que tiene más hermanos, como el Cristo de la Sangre (Cristo de los Maestres) de San Isidoro.
Al lado del Cristo del Millón de la catedral «se encuentra la Virgen, en un gesto contenido de dolor, y la de San Juan, con la mano en la mejilla, que es una actitud de acompañamiento doloroso en la iconografía medieval. A pesar del dramatismo y del colosalismo escultórico de su figura (de 186 x 163 cm), es un Cristo altamente atractivo por su serenidad y dulce actitud de acogida. No es extraño que se le conociera siempre como ´El Cristo del Millón´, por los innumerables favores que otorgaba a todo el que lo invocaba y los milagros que hacía (más de un millón…)».
El hermano de Sanlúcar la Mayor
El de Sanlúcar la Mayor es una escultura del siglo XIV, que sustituyó a otra anterior. «Tiene toda la unción sagrada de las imágenes medievales y la perfección de líneas del arte gótico. Tan parecido al Cristo del Millón, que corona el retablo mayor de la Catedral de CrucificadoSevilla (una obra también del siglo XIV), podrían aplicársele las palabras que escribió el profesor Hernández Díaz acerca del Cristo de la Catedral: Iconográficamente, ofrece extraordinario interés por la profunda unción sagrada, acorde con los conceptos propios de la medievalidad, que dramatiza el naturalismo escolástico, propio del gótico medio. Lo mismo podría decirse del otro Crucificado del siglo XIV, el Cristo de la Sangre, de la Iglesia de San Isidoro, de Sevilla».
El Cristo de San Pedro tiene, «como los otros dos, la cabeza inclinada sobre el hombro derecho, aunque no tanto como los otros, en un gesto de inefable entrega al acabar de expirar. Ya no tiene ni la posibilidad de inclinar solamente la cabeza, sino que busca el hombro para reclinar su muerte reciente. Este Cristo manifiesta esos momentos inmediatos después de la expiración. El paño de pureza es casi idéntico en los tres Cristos, que les cubre gran parte de las piernas, con un mismo moño atado a la derecha. Y el cuerpo de estas imágenes, con un arqueamiento muy señalado, está clavado en la cruz con los tres clavos».
Fernando Gutiérrez culmina su estudio explicando que «el cristo de San Pedro es un ejemplo de esos Crucificados, que manifiestan un dolor sereno, en medio de su profundo naturalismo: ésta va a ser una constante en épocas posteriores de la Escuela Andaluza de Escultura, sin estridencias ni dramatismos, como un signo de la divinidad en medio de los sufrimientos de la humanidad de Cristo».