Fermín Cabanillas. La ermita de Gelo de Benacazón es de origen mudéjar, del siglo XV. Está a 3 kilómetros de Benacazón, en la carretera Sevilla-Villamanrique, junto a la Hacienda de Gelo, y sobre ella se eleva una esbelta espadaña del XVII.
La ermita está constituida por un sencillo edificio de planta rectangular que interiormente se divide en tres naves mediante dos hileras de pilares rectangulares y se cubre con estructuras de madera a dos aguas, renovadas en el año 1939. En la cabecera aparece la capilla mayor, de planta cuadrada y cubierta por una bóveda de paños sobre trompas, junto con otras dos dependencias laterales.
En el cabildo catedralicio del 3 de febrero de 1631, presidido por el deán Francisco de Monsalve, se puso de manifiesto la urgente necesidad de construir un campanario para este edificio mudéjar situado a las afueras de Benacazón, ya que «era del todo necesario para llamar a los fieles». El maestro mayor diseñaría la espadaña, que sigue el esquema habitual de los campanarios conventuales sevillanos de la época. Realizada en ladrillo y enfoscada, aparece rematando la portada apuntada de los pies, al igual que en el proyecto original de la Caridad y en Santa María la Blanca.
De dos cuerpos decrecientes, el inferior arranca de un zócalo limitado por amplias molduras. Dos vanos cerrados por medios puntos de señalada imposta son flanqueados por pilastras, que se continúan en el entablamento superior con resaltes de bolas. Este mismo tipo de pilastras configura los laterales de la espadaña. La obra fue costeada a expensas del señor de Gelo, Luis Ramírez de Arellano, contribuyendo la Catedral con 1.000 reales.
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