Redacción. El Museo de Bellas Artes de Sevilla incorpora la obra “Inauguración de la Exposición Iberoamericana de 1929” de Santiago Martínez. Además, el ingreso se realiza gracias a la donación de sus herederos y queda recogido en el BOJA número 199, de 16 de octubre de 2025. Así, la pinacoteca refuerza su colección de pintura del siglo XX con una pieza de alto valor simbólico.
La consejera de Cultura y Deporte, Patricia del Pozo, ha agradecido la generosidad de la familia. Según destacó, el lienzo es quizá la obra más ambiciosa del artista. De hecho, representa la ceremonia oficial del 9 de mayo de 1929 en la Plaza de España, presidida por Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Por ello, la pieza se convertirá en un pilar de los fondos modernos del Museo.
Asimismo, la incorporación mejora de forma notable la presencia de Santiago Martínez en la colección. Hasta ahora, el Museo conservaba tres obras: dos retratos y un paisaje. En paralelo, la directora Valme Muñoz prepara una exposición sobre el ambiente artístico de Sevilla en torno a 1929, donde este lienzo será clave.
El pintor mantuvo una estrecha relación con Joaquín Sorolla y colaboró en “Visiones de España”. Además, fue concejal y asesor artístico de la Exposición Iberoamericana, diseñando logotipo, medallas y diplomas, así como la ornamentación de la Plaza de España para la apertura. En origen, el Ayuntamiento le encargó en noviembre de 1929una gran pintura conmemorativa. Sin embargo, los cambios políticos frustraron el proyecto, que recayó en Alfonso Grosso.
El lienzo recoge un momento histórico. Junto a los reyes, aparecen el cardenal Ilundáin, miembros de la Real Maestranza y numerosas autoridades. Delante, se sitúan maceros y guardia real con el estandarte. Como fondo, cuelgan tres tapices de la Colección Real. Finalmente, el propio Santiago Martínez se autorretrata mirando al espectador.
Por otra parte, el Museo incorpora, gracias al catedrático Teodoro Falcón, un plano histórico del Palacio de San Telmo. Lo realizó Francisco Pizarro (1890–1979) a partir de la planimetría de Antonio Camargo. En consecuencia, el documento ofrece la planta baja de 1781 y una extensa “Explicación” de espacios. Así, se consolida como fuente esencial para estudiar el Barroco sevillano y la distribución del edificio.
En suma, Sevilla recupera patrimonio y contexto para comprender una época decisiva de su historia artística.
