Rosa Brito. Víctor Sánchez de Medina Hernández, graduado en Bioquímica por las Universidades de Sevilla y Málaga, está en Viena con el doctorado (PhD student) en el Instituto de Biología Molecular de Plantas Gregor Mendel de la Universidad de Viena y la Universidad de Medicina de Viena en el grupo del Dr. Yasin Dagdas. Comenzó hace dos meses, aunque lleva viviendo en Viena de forma permanente desde principio de año.
Viena es una ciudad muy multicultural, elegida además como mejor ciudad para vivir durante 10 años consecutivos. Puedes disfrutar de la arquitectura imperial de sus edificios, palacios, museos, ópera. Es una ciudad única, la calidad de vida es muy buena y tiene un sistema de transporte público envidiable. Adaptarse a la ciudad no fue un problema, afirma que es muy acogedora. En cierto punto, no le hace echar de menos mucho a España (clima aparte), pues llevan un estilo de vida muy parecido al que llevaba. El idioma tampoco es una barrera insalvable, puesto que la mayoría de habitantes saben inglés. Hay grandes comunidades mediterráneas asentadas en Viena (rumanos, turcos) y también tienen hábitos parecidos a los españoles, por lo que tampoco resulta difícil encontrar productos parecidos a los españoles.
Su lugar favorito de la ciudad es el palacio de Schonbrunn. Sus jardines son inmensos, ideales para pasear. Comenta que es de esos lugares que impresionan cuando los visitas por primera vez.
La pandemia en sí puede contar como anécdota. Tuvo que vivir el confinamiento lejos de su familia, también ha sido el principal obstáculo. Pero cuenta con la fortuna de que los institutos de investigación que forman parte del campus Vienna Biocenter, donde está su instituto, pusieron a punto en pocos meses un protocolo para realizar tests Covid a los empleados. Cada semana tienen la oportunidad de realizarse dos tests por persona, y ahora también pueden incluir a las personas con las que cada empleado convive, lo cual es un gran alivio porque «te sientes monitorizado en todo momento. Además, crea un ambiente seguro de trabajo para evitar el cese de las actividades en los institutos, y me siento un privilegiado por ello», afirma.
A pesar de la pandemia, el balance es positivo. Está contento de haber tomado la decisión de salir de España, poder vivir y trabajar en Austria es una gran experiencia. Aún tiene cuatro años por delante para realizar el doctorado, por lo que solo piensa en disfrutar del presente. Viena tiene mucho que ofrecerle, y en cuanto la situación lo permitan, le gustaría conocer el país, sus rincones, sus paisajes.
Afortunadamente pudo regresar a Sevilla en agosto tras el confinamiento, y confía en poder regresar para Navidades. Pero con tanta incertidumbre, planificar se antoja difícil. Habrá que esperar a que la situación mejore. Y es que echa de menos a su familia y amigos, aunque siempre está en contacto con ellos. «Vivir fuera te hace valorar mucho lo importante que es el apoyo de tus seres queridos, te ayuda a disfrutar aún más de los reencuentros. Y también se echa de menos la gastronomía».
Él anima a los sevillanos a que salgan de España y que disfruten de la oportunidad de conocer otras culturas, intercambien experiencias con personas de otros países, aprendan a valorar lo que otras ciudades pueden ofrecerte personalmente, pero siempre llevando a Sevilla por bandera.