M. M. La sevillana Gema Márquez lleva casi veinte años en Reino Unido, media vida. Se fue de intercambio cuando cursaba su segundo curso de carrera, y allí sigue. Pero, a pesar de todo, ella asegura que “Sevilla es mi tierra, mi rinconcito del mundo, para mí es lo más grande. La echo de menos, pero soy consciente de que me labré un futuro en otro país, y ahora Sevilla es mi lugar de descanso, de vacaciones, a donde vuelvo cada vez que puedo a recargar las pilas y a estar con mi gente”.
Nació en Nueva Sevilla, en Castilleja, y se mudó a Coria con tres años. «Me mudé a Coria con 3 años, fui a Primaria y Secundaria, me fui a Londres con 18 años y trabajé allí dos. Después volví y retomé bachillerato, empecé la universidad y en segundo de carrera me fui a Gales de intercambio, y allí me quedé. ¡Hace ya 20 años de eso!»
– ¿Cuál es tu formación y experiencia profesional?
– Terminé Traducción e Interpretación en Reino Unido, además de un máster en traducción. Después hice el CAP en Swansea, en Gales; y me mudé a Bristol a dar clases en un instituto. Soy profesora de secundaria, enseño español y francés desde hace 10 años.
– ¿Por qué decidiste irte fuera?
– Porque no era buena estudiante y no me iba muy bien, y mi primo, que estaba en Londres, me dijo que allí había trabajo, así que decidí aprender inglés y ganar un poco de dinero. Me fui para unos meses en principio…
– ¿Cuánto tiempo llevas fuera de España?
– Llevo veinte años fuera desde la primera vez que me fui, en 1998, pero me volví unos años, así que unos diecisiete en total.
– ¿Es tu primera estancia en el extranjero?
– No, me fui a Londres con dieciocho años y trabajé allí dos años, después volví y retomé mis estudios de bachillerato. Y también estuve viviendo un tiempo en Burdeos, a donde me fui cuando terminé el máster, para mejorar el francés.
– ¿Cuál es tu lugar de residencia? ¿Dónde vives? ¿Cómo es esta ciudad?
– Vivo en Bristol, bueno en una aldea entre Bristol y Bath. Un sitio precioso, con un lago enorme y muchas granjas de ganado. Es todo muy verde.
– ¿Cómo fueron tus primeros días allí?
– En Londres fue todo mágico, tenía 18 años, sin padres que me pusieran un horario, con todo el trabajo que quisiera, con dinero para gastar, también hice muchos amigos españoles. Aunque tuve que aprender otro idioma a las duras, porque si no hablaba inglés, no podía trabajar, y si no trabajaba, no comía…
– ¿Cuál era tu nivel de idiomas al llegar?
– Nulo, yo estudié Francés en el colegio y en el instituto. Sólo sabía decir cosas que había escuchado en las canciones, como por ejemplo… “It’s the final countdown…”, o “baby don’t cry tonight”…
Aprendí a decir “hola busco trabajo, no hablo inglés”, y así conseguí trabajo limpiando mesas en un restaurante, y limpiando ollas que eran más grandes que yo. Me tenía que meter dentro de algunas ollas para fregarlas. ¡No exagero! Me hice amiga de mis compañeros y quedábamos para tomar algo, y yo llevaba mi diccionario bilingüe. Tenía que buscar cuatro de cada cinco palabras que quisiera decir. Era un poco absurdo, pero aprendí inglés rápido.
– ¿Cuál es tu balance de la experiencia?
– Hay ventajas y desventajas, como en todo. Las ventajas son muchas. Por ejemplo, irme fuera me hizo madurar, ya que no tenía a mis padres para sacarme las castañas del fuego. He conocido a muchísima gente de todos los rincones del mundo y he hecho amigos maravillosos. He conocido a mi pareja y padre de mi hija aquí, me he construido una vida. Ahora tengo una hija y un compañero maravillosos, una casa, un trabajo fijo, una formación académica y profesional, buenos amigos…
Por otro lado, me da mucha pena haberme pasado media vida en el extranjero. Como todos sabemos, la vida sigue; y conforme iba pasando el tiempo, me iba separando un poco más de mis amigos, de mi familia. Al no vivir el día a día con tu gente, vais creciendo en direcciones diferentes. Yo sigo teniendo a mis amigos y amigas en España, y sé que están ahí cuando me hacen falta, pero cuando voy de visita, cada vez me cuesta más trabajo ponerme al día con las vidas de los demás, y por desgracia cada vez voy menos, por temas laborales y por supuesto económicos. No es lo mismo vivir a un par de horas en coche, que a un par de horas en avión.
Vivir fuera mucho tiempo también conlleva perderse muchas cosas, como bodas, cumpleaños, navidades, reyes, ferias…Es muy difícil de explicar, pero hoy en día siento que no pertenezco a ningún lugar en concreto. No me siento inglesa, para nada, pero tampoco cien por cien española. Creo que he perdido un poco mi identidad. Por supuesto que mis raíces están ahí, yo soy sevillana pura, pero en Inglaterra no encajo del todo, y en Sevilla me cuesta trabajo ponerme al día con todo lo que me he perdido, y veo las cosas con un enfoque distinto. Aunque el balance, para responder a la pregunta, es positivo, no me puedo quejar, la verdad.
– ¿Cuáles son los principales obstáculos que has tenido que superar en este tiempo?
– ¡Muchos! La barrera del idioma: tengo muchos malentendidos, aún hoy en día. Incluso con mi pareja, con él tengo más que con nadie, porque pasamos mucho tiempo juntos. También las diferencias culturales. La distancia de mi familia: me estoy perdiendo la vida de mi familia, y ellos la mía. Mi hija apenas conoce a sus abuelos, tíos y primos, y eso es muy duro. La falta de jamón, de gazpacho y de rebujito… No encajar del todo con las nuevas amistades, por las diferencias culturales. Sin olvidar el frío y la lluvia.
– ¿Cómo es vivir ahí? ¿Es muy diferente a España?
– Sí y no. Es diferente en el sentido de que aquí la gente no sale tanto a tomar una cerveza o un café, no te saludan por la calle, el clima es distinto, la gente no habla contigo porque sí, no tenemos el sol fuera todos los días, se hace de noche más temprano en invierno…
Pero, por otro lado, el día a día es igual: te levantas y vas a trabajar, llegas a casa y haces de cenar, recoges la casa, el fin de semana lo dedicas a limpiar y a descansar, cuando llegan las vacaciones vas a sitios que te gustan…
– Cuéntanos alguna anécdota que te haya ocurrido durante tu estancia
– Uff, ¡muchísimas! Algunas muy embarazosas, por pronunciar mal, o por decir palabras que no vienen a cuento. Pero os voy a contar lo que me pasó cuando llegué a Gales en el verano de 2004. Mis amigas Espe y Carmen y yo habíamos llegado para estudiar en la universidad de Swansea, y habíamos alquilado 3 habitaciones en una casa. Había otras 3 habitaciones vacías, y vinieron unos chicos austriacos a ver las habitaciones. Un día fuimos a ver a nuestro mentor en la universidad, y nos preguntó que qué tal nos iba, y yo le conté que ya teníamos casa, y que teníamos 3 habitaciones libres, pero que habían venido a verlas estos chicos. Como yo no sabía decir austriaco en inglés, pues me inventé la palabra. Yo pensé en “Spanish, English” … así que dije que “two ostrich” habían venido a ver la casa y que a lo mejor iban a alquilar dos de las habitaciones. El hombre se quedó en shock, sacó un trozo de papel, y dibujó un avestruz. Y me dijo… Gema, esto es un “ostrich”, y ahora dime, quién ha venido a ver tu casa… Osea, que le había dicho que dos avestruces estaban pensando en alquilar nuestras habitaciones. Ese día aprendí que austriaco, o austriaca en inglés se dice “Austrian” (ostrian), y no “ostrich”.
– ¿Y sus habitantes, ¿cómo son?
– Pues son bastante simpáticos los ingleses, más serios que nosotros y menos amigables, en el sentido de que no entablan amistad rápidamente como hacemos nosotros, pero si te pueden ayudar, te ayudan. Hay de todo, como en la viña del señor.
– ¿Cómo es un día cualquiera de tu vida en el lugar donde vives ahora?
– Entre semana bastante monótono, la verdad. Me levanto, llevo a mi niña a la guardería, me voy a trabajar, vuelvo de trabajar y preparo la cena, juego con mi niña un rato, damos un paseo, y ya es la hora del baño, y cuando por fin acuesto a Lola, trabajo o recojo la casa, o me siento un rato a leer, o con el móvil.
El fin de semana salimos a pasar el día a alguna ciudad cercana, o a un parque de atracciones, o vamos a alguna de las miles de fiestas a las que invitan a Lola. ¡Su vida social es mucho más interesante que la mía!
– ¿Cuál es tu lugar favorito de tu nueva ciudad? ¿Y de la provincia de Sevilla?
– Mi lugar favorito es mi casa, es donde me siento a gusto. Pero aquí al lado hay un lago, Chew Valley Lake, que es una pasada, y me gusta pasear por allí.
De Sevilla, hay muchos sitios, no sabría elegir. Pero para mí no son los sitios, es la gente. Depende de con quién estés, es el ambiente, el cómo me siento cuando estoy allí. Las cosas no se aprecian del todo hasta que te faltan, y ahora cuando voy a Sevilla la disfruto mucho más.
– ¿Cuál es la imagen que tienen de España?
– Pues tienen una opinión positiva y negativa. A España la ven aquí como un sitio de vacaciones, para relajarse. Les gustamos mucho los españoles, nos ven como buena gente, divertidos y simpáticos, risueños y amables.
Pero por desgracia también nos ven como un país que no tiene estabilidad política ni económica. El tema del independentismo, de la corrupción, lo que está pasando con el cuerpo de Franco, el cambio reciente de gobierno… El enfoque que dan a las noticias que ponen en la tele o en el periódico es negativo, y eso es lo que les llega a la gente.
– ¿Qué estás haciendo en estos momentos?
– Mi hija está dibujando y yo estoy en la mesa de la cocina escribiendo. Hoy tenemos play date y gimnasia. Lola tiene una vida genial.
– ¿Te has marcado algún nuevo objetivo o reto?
– Tengo un objetivo claro en la vida, disfrutar de ella.
– ¿Cuáles son tus planes futuros?
– Jubilarme e irme a vivir a la costa andaluza, probablemente por la zona de Cádiz.
– ¿Piensas volver a España, a Sevilla, en breve?
Sí, para Reyes.
– ¿Qué es lo que más echas de menos de Sevilla?
– A mi familia y amigos, pero también el calor humano, la candidez y la simpatía de los sevillanos.
– ¿Recomiendas a todo el mundo que viva un tiempo fuera de España? ¿Por qué?
– Por supuesto. Hay que conocer lo de fuera para apreciar lo de dentro. Por otro lado, conocer otros países, gentes, culturas y modos de vida, ayuda a compararlo con lo nuestro. Tendemos a rechazar y criticar lo desconocido, de ahí el racismo y la xenofobia que mucha gente padece. Conocer otros sitios cura esas dos dolencias.
– Para terminar: un mensaje a los sevillanos.
– Disfrutad de lo que yo echo tanto de menos: un paseo por el Barrio Santa Cruz, el olor a azahar en primavera, una cervecita en el Salvador, y la feria de Abril, que por desgracia no la piso desde hace 11 años, ¡y contando…!