Redacción. Investigadores del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS) han descubierto un nuevo mecanismo de la enfermedad de Alzheimer que desorganiza los vasos sanguíneos alrededor de las placas de amiloide, una de las características de la enfermedad. El estudio, publicado en la revista internacional Nature Communications, está liderado por el laboratorio del Dr. Alberto Pascual, del Grupo de Mecanismos de Mantenimiento Neuronal de IBiS y realizado principalmente por María Isabel Álvarez Vergara y Alicia E. Rosales-Nieves.
Relevancia del hallazgo
La enfermedad de Alzheimer es la principal causa de demencia en todo el mundo. En España, su incidencia está aumentado dramáticamente debido al envejecimiento de la población y, lamentablemente, el origen de la enfermedad es todavía desconocido.
El mecanismo propuesto en este estudio está mediado por la disfunción de un proceso fisiológico, la angiogénesis. Este mecanismo es importante durante el desarrollo para formar los vasos del cerebro y en la vida adulta para recuperar posibles daños a los vasos pre-existentes. El estudio demuestra que la enfermedad de Alzheimer induce una angiogénesis disfuncional que provoca la pérdida de vasos en lugar de la formación de otros nuevos, lo que sin duda agrava la patología. Al identificarse las vías moleculares implicadas, se pueden diseñar de manera racional nuevas estrategias terapéuticas encaminadas a paliar los efectos de esta enfermedad. Los datos aportados también vinculan el Alzheimer familiar (genético) con problemas en la formación de nuevos vasos sanguíneos, lo que resalta la importancia del componente vascular en la patología.
La destrucción de los vasos sanguíneos complica la enfermedad
Una característica de los pacientes de Alzheimer es la acumulación en su cerebro de sustancias con una elevada toxicidad, en lo que se conoce como placas seniles. El cerebro posee capacidad para limpiar estas sustancias tóxicas mediante, entre otros sistemas, el transporte a través de la sangre. El hecho de que las placas provoquen la pérdida de los vasos constituye un círculo vicioso, al haber menos vasos se puede limpiar menos el cerebro y se acumulan más sustancias tóxicas, que a su vez siguen destruyendo los vasos y complicando la situación en el cerebro.
El cerebro consume gran parte del oxígeno y los nutrientes del cuerpo, por lo que la reducción local del aporte de estas sustancias a través de la sangre representa una situación de estrés adicional al ya existente por la acumulación de sustancias tóxicas.