20 noviembre 2024
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José María Manzanares corta la primera oreja de la temporada taurina en Sevilla

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En un festejo muy demandado por el gran público, pues tenía el atractivo de ver a los últimos triunfadores de la temporada pasada en la Maestranza.

Juan Manuel Pérez Alarcón. Comenzó la temporada en Sevilla y como manda la tradición, con la primera de abono, correspondiente con la corrida del Domingo de Resurrección, donde se ha colgado el entrañable, y necesario en la época actual, cartel anunciador: «No hay billetes para hoy» en un festejo muy demandado por el gran público, pues tenía el atractivo de ver a los últimos triunfadores de la temporada pasada en la Maestranza.

Tres toreros, figuras del toreo, con versiones y pautas distintas en su concepto de la Tauromaquia y que se reunían en el primer duelo de la temporada, y en Sevilla.

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La corrida de Victoriano del Río, de buena presentación, mansita y desrazada en su totalidad, con un toro potable, el quinto, que le sirvió a Manzanares, pero a los demás carecieron de la transmisión deseada. En el caballo o suerte de varas no cumplió ni uno e hizo que el público se desesperase en algunos pasajes de la lidia.

Julián López «El Juli» con su primero, un toro aplaudido por la presentación anduvo profesional y técnico pero la escasa transmisión del animal dejó en frialdad y sosería su templada faena de muleta. Tras una estocada fue obligado a saludar desde el tercio, tras leves pitos al toro en el arrastre.

Más intenso fue el recibo capotero al segundo de su lote donde gustaron unas verónicas muy ajustadas. El toro recibió el castigo justo en el caballo. Se apresuró a brindar al respetable porque el toro mantuvo cierta continuidad en las primeras series, pero luego todo se diluyó.

Le faltó al toro de todo para embestir. Así es imposible. Silencio tras una media estocada.

José María Manzanares tuvo un primer oponente con nobleza pero que acusó la lidia y la falta de fuerzas. Mansito el de Alicante lo intentó en todo momento por ambos pitones hasta que el toro terminó por rajarse. Lo mejor vino en el tercio de quites, donde Manzanares ejecutó por chicuelinas algo rápidas que el peruano Roca Rey respondió con otras más templadas y ajustadas. Tras una estocada, fue silenciada su labor.

Con el quinto, con el toro más feo de presentación, el diestro alicantino lo cuidó desde los primeros tercios. Un toro que rompió en la muleta, con entrega máxima por parte del torero y sometiéndole con la mano baja por la derecha. Se ajustó menos con la izquierda pero es donde más se le aplaudió por un público entregado con el torero. Volvió a coger la derecha y la faena cogió intensidad y vuelo y por qué no decirlo, interés. Un cambio de mano fue excepcional. Tras una gran estocada se le concedió una merecida oreja.

El peruano Andrés Roca Rey poco o nada pudo hacer con su primero. Un toro falto de clase, raza y acometividad que apenas fue picado en el tercio de varas. En el último tercio, Roca Rey estuvo dispuesto y firme pero aquello carecía de la emoción deseada. Con la espada se eternizó.

En el último de la tarde, tampoco el peruano tuvo un oponente claro, debido a la escasa raza del animal. Careció de la cobertura suficiente de ver algo compacto y firme y no solo la entrega de un torero que esta tarde no tuvo ocasión de repetir triunfo. Se puso en cercanías, sin necesidad alguna, cuando apenas tenía un pase el animal. Sin toro no hay nada que hacer y exponerse así es absurdo y a la vez que innecesario.

Expuso mucho en las bernardinas finales que levantaron al respetable de sus asientos. Tras aviso y una gran estocada fue solicitada una tímida petición de premio. Todo quedó en una calurosa ovación de despedida.

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