Rosa Brito. Julia Araujo tiene 24 años y se encuentra en Edimburgo trabajando y estudiando inglés. Terminó el pasado junio sus estudios de Publicidad y Relaciones Públicas en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla y decidió darse un año de descanso antes de empezar a cursar un máster. Por ello, se lanzó a coger un avión un 17 de octubre rumbo a la capital escocesa a mejorar su inglés. No se fue a ciegas, allí tenía a su hermana, que le aseguró que sería fácil encontrar un trabajo. Y así ha sido.
«Edimburgo es precioso», asegura Julia. «Arquitectónicamente es muy oscura, los edificios son de piedra, pero no por ello la considero una ciudad triste. Cada rincón tiene ese algo bonito que apreciar«. Aunque si tuviera que quedarse con un lugar especial, ese sería Arthur’s Seat. Es una imponente cima rodeado de verde en el Parque de Holyrood con unas impresionantes vistas panorámicas de la ciudad. «Vivo muy cerca, la veo desde casa, y por las noches es muy divertido ver a la gente que sale a correr con las linternas en la cabeza».
Sobre la ciudad se alza el castillo de Edimburgo, que alberga las joyas de la corona de Escocia y la Piedra del Destino. «Lo peor que llevo de aquí son las cuestas, sobre todo, acostumbrada a Sevilla que es una ciudad muy plana. ¿El lado positivo? Me está ayudando a estar en forma».
A Julia le encanta conocer gente nueva, es por eso que vivir allí se le está dando genial. «La gente es muy agradable, siempre están dispuesto a ayudarte. Los escoceses tienen una forma de vida que no se diferencia tanto de los sevillanos. Les gusta salir de la misma manera, así como disfrutar de comidas y cervezas con los amigos». El frío no les retiene, en absoluto.
Lo que sí nota Julia diferente a España son los horarios. La vida en Edimburgo se hace mucho más temprano, tanto en los horarios de comida como en los trabajos. Está trabajando en un restaurante y a las 23 horas ya está en casa. «Eso en España es impensable. A las once de la noche sigues trabajando, y te quedan algunas horas más por delante hasta que hagas el cierre, por lo menos en hostelería».
Por suerte, Julio no ha tenido que superar hasta este momento muchos obstáculos. Ha contado en todo momento con el apoyo de su hermana allí. Además, no es su primera vez en el extranjero. Había pasado un año en Irlanda y un verano en Edimburgo, este último fue clave para poder adaptarse de nuevo al acento escocés. Pero el tema de la vivienda no ha sido tan coser y cantar. «Lo más difícil fue encontrar piso. Había muchísima diferencia de precio con Sevilla y hay una alta demanda. Además, te piden una cantidad de requisitos que, llevando poco tiempo aquí, es muy complicado cumplir».
Lleva poco tiempo pero su balance, hasta ahora, es muy positivo. Feliz, afirma que está cumpliendo con sus objetivos: encontrar trabajo y tener un sitio que «pueda llamar hogar a tantos kilómetros de distancia de mi casa familiar en Sevilla». Espera que, al terminar, esta experiencia le haya valido la pena.
Su objetivo principal es seguir aprendiendo inglés para poder realizar un máster el próximo septiembre. Está barajando la posibilidad de hacerlo en Reino Unido, de ahí que necesite más inglés del que ya maneja. «Mi plan, como le digo a mi madre, es que termine vendiéndole un peine a un calvo, en inglés, que en español ya me manejo».
Como se puede intuir, no está entre sus planes volver a Sevilla a corto plazo. A principios de 2020 tienen intención de bajar a ver a su familia y comerse un «buen puchero» de su abuela. Pero una cosa tiene clara: La Feria no se la pierde. «Me pediré las vacaciones para esas fechas y así poder disfrutar de la mejor semana que tiene la ciudad».
Lo que más echa de menos es hablar con su abuela por teléfono y decirle «mañana nos vemos en lo de Paco para desayunar una tostaita con jamón» y salir a comprar por el barrio y acabar tomándose una cervecita rápida. «Aquí no se estila, hace frío y la cerveza rápida te supone un gasto importante, no como en España».
Recomienda a todo el mundo que tenga una experiencia fuera de su ciudad, y más, si es Sevilla. Defiende que, aunque estemos poco a poco modernizándola, a Sevilla le queda mucho por aprender en cuanto a España y, sobre todo, a Europa. «Creo que lo que te espabila y lo que aprendes enfrentándote a situaciones adversas, solucionándolas por ti misma en un idioma diferente al materno, no lo hace el quedarte en tu ciudad. Sevilla es preciosa, súper cómoda y tiene muchísimas cosas buenas. Siempre va a estar ahí. Las nuevas experiencias que nos van a enriquecer como personas, no. Hay que salir a buscarlas. En Sevilla hay que morir, por supuesto. Pero somos jóvenes y debemos aprovechar este tipo de oportunidades que nos van a hacer abrir los ojos».