Fermín Cabanillas. De origen árabe, la construcción del Castillo de Hierro de Pruna está fechada a mediados del siglo XV. Magnífico ejemplo de castillo roquero fronterizo, gozaba de un eficaz observatorio desde el que se avistaba al enemigo.
El nombre «Castillo de Hierro» hace referencia a la dificultad para conquistarlo, pues su doble muralla, el grosor de sus muros, la ausencia de puerta, dos aljibes y lo escarpado de la peña lo hacían inexpugnable. La edificación, que servía de refugio a los pruneños, está situada en la parte más alta de la roca y da nombre a la localidad.
Dice la leyenda oral cómo fue una de las conquistas de la población perteneciente al Reino Nazarí por Reino de Castilla: el rey de Castilla, posiblemente Alfonso XI, viendo la imposibilidad de conquistar el Castillo de Hierro donde estaban refugiados los pruneños, mandó a sus soldados a capturar unos machos cabríos (de largos y retorcidos cuernos) que estaban pastando en un alcornocal cercano.
Esperó a una noche sin luna, ordenó que ataran a los cuernos antorchas, los acercaran a la roca, prendieran fuego a éstas y los jalearan para que subieran por la peña.
Cuando los pruneños vieron acercarse las luces pensaron que un poderoso ejército se les aproximaba y decidieron lanzarse al precipicio que hay en la cara oeste antes de entregarse al rey castellano.
Tal fue la cantidad de sangre derramada que llegó hasta un arroyo cercano que desde entonces se conoce como Arroyo Sanguino.
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