Fermín Cabanillas. Hace muy poco que ha amanecido cuando Ana Gómez llega a su mesa del hospital Victoria Eugenia Cruz Roja de Sevilla. Es la coordinadora de la UDIATE (Unidad de Desarrollo Infantil y Atención Temprana). Por sus manos y las de su equipo pasan cada día niños de distintas edades, con distintos problemas, con distintas terapias, que suponen para ellos una forma de seguir saliendo adelante por encima de sus historias personales, y para los profesionales que les atienden un proceso de aprendizaje que no tiene límites.
A ellos, a esos niños, ha dedicado Ana una emotiva carta que se puede leer en la web oficial del hospital, con una foto de uno de esos niños, Mario.
Como recuerda la coordinadora, “desde pequeños nos enseñan y nos muestran que los superhéroes tienen capa, que pueden volar, que tienen puños de acero y que son geniales y atléticos… Nunca fallan, siempre llegan los primeros y nada les sale mal. Incluso cuando parece que todo está perdido, son capaces de dar la vuelta a ese final con grandes hechos impresionantes imposibles de predecir”.
Así, dice que “no está mal tener ese recuerdo, porque se trata de una ilusión que a todos de pequeños nos hace soñar e imaginar, fomenta nuestra creatividad y nuestro juego simbólico… Porque, ¿qué sería de nuestra infancia sin las increíbles Tortugas Ninja?, ¿y sin Supermán?, ¿cómo se salvaría el mundo sin la increíble ayuda de los cuatro fantásticos?,… Está claro que despiertan buenas emociones”.
“Cuando crecemos, vamos colocando esas mismas expectativas, emociones y admiraciones sobre las hazañas de nuestros padres (o eso se empeñan ellos en recordarnos continuamente cuando crecemos, lo que hacen, lo que trabajan por nosotros, lo que nos dedican….), aunque en pocas ocasiones tuvieran tiempo de jugar… Luego está ese increíble amigo que es el que más corre de nuestra clase y que siempre gana las carreras y también, ese gran deportista que todos admiran”.
«Jamás se han visto superhéroes como ellos»
Pero jamás, recuerda esta sanitaria “se han visto más superhéroes que en los niños de atención temprana”, de los que dice que “son geniales, nunca fallan, siempre llegan los primeros, nunca les sale nada mal, incluso cuando parece todo perdido, son capaces de dar la vuelta al final con grandes hechos impresionantes imposibles de adivinar. Además, no se empeñan en recordarnos lo que hacen por nosotros, lo que trabajan por nosotros, lo que nos dedican…, y son los que siempre tienen tiempo para jugar”.
“Como Mario, nuestro superhéroe, son todos nuestros niños. Igual que sus padres, un ejemplo, son todos nuestros padres”.
Ana Gómez termina la carta poniendo el acento en que «los niños son la viva expresión de una sonrisa, al quitar su mascarilla. Pensemos lo que nos cuesta sonreír últimamente… Ellos, nuestros héroes. Nos están dando un ejemplo a diario”.