Redacción. Con el propósito de homenajear al duque de Montpensier en el bicentenario de su nacimiento, la hermandad Matriz de Almonte ha organizado una mesa redonda, en las vísperas del Rocío Chico y encuadrado en el ciclo cultural ‘Diálogos de Verano’, que ha contado con la participación del historiador y técnico del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, Gabriel Ferreras; el también historiador e investigador especializado en la historia del Rocío, Julio Mayo; y el escritor Paco Robles, autor del libro ‘La maldición de los Montpensier’; bajo la moderación del periodista José Manuel Peña, director de 7TV Aljarafe.
Según han explicado, gracias a la poderosa influencia de los duques de Montpensier, la Hermandad Matriz del Rocío de Almonte obtuvo la aprobación eclesiástica de sus Reglas en 1852, consiguió enriquecer el ajuar particular de la Virgen así como buena parte de su patrimonio artístico, se amplió el programa celebrativo de la romería y la procesión de la Virgen, al tiempo que se amplió el trazado urbanístico del espacio territorial del Real aledaño a la ermita marismeña.
Este año se cumplen doscientos años del nacimiento del infante-duque de Montpensier don Antonio de Orlèans, hijo del rey de Francia Luis Felipe y cuñado de la reina Isabel II, «cuya controvertida figura tuvo siempre mala prensa por considerarse que intervino en el atentado cometido en Madrid contra el General Prim».
Para la hermandad, «esto ha hecho que se haya descuidado la importancia que alcanzó la proyección política, social, económica, cultural y artística de don Antonio de Orlèans, y sobre todo la huella que dejó en El Rocío como impulsor de la fiesta y de sus tradiciones».
Asimismo, han señalado que fue un «gran mecenas y auténtico revitalizador del fenómeno devocional rociero durante las décadas de 1850 y 1860», cuando se hallaba establecido en el palacio de San Telmo de Sevilla junto a su esposa, la infanta María Luisa Fernanda de Borbón, fue nombrado por la Matriz hermano mayor honorario en 1853.
El máximo representante de la hermandad Matriz, Santiago Padilla, que ha presidido el acto, ha dado la bienvenida a los asistentes, ha agradecido la participación de los ponentes y ha manifestado el firme propósito que posee su institución religiosa de avanzar en el reconocimiento de la figura de los señores duques Montpensier «debido al importante legado que dejaron para el Rocío».
Con la celebración de esta mesa redonda ha concluido el ciclo ‘Diálogos de Verano’, organizado por la Matriz en las vísperas del Rocío Chico en el patio de su casa de hermandad, que ha contado también con una exposición y el homenaje tributado a la mítica camarista doña Ana Valladolid, con motivo del centenerario de su fallecimiento.
Los intervinientes han expuesto que, gracias a la poderosa influencia de los duques de Montpensier, la hermandad del Rocío de Almonte pudo obtener la aprobación eclesiástica de sus Reglas en el año 1852, se enriqueció el ajuar particular de la imagen como del patrimonio artístico de la hermandad, se amplió el programa de actos de la romería y la procesión de la Virgen del Rocío, al tiempo que tuvo que ampliarse y transformarse el trazado urbanístico del espacio territorial del Real aledaño a la ermita marismeña.
Durante sus intervenciones, el técnico en patrimonio artístico Gabriel Ferreras ha realizado un recorrido por el legado patrimonial que los señores duques brindaron a Andalucía, deteniéndose «con especial incidencia» en detallar las distintas aportaciones que dispensaron al Rocío.
Julio Mayo, por su parte, ha destacado que los duques «contribuyeron a elevar el eco mediático y esplendor institucional del Rocío, al tiempo que ayudaron a consagrar su fama y prestigio», resaltando que don Antonio de Orlèans dejó esta devoción en herencia y, después de su Santidad el Papa, Juan Pablo II, es la figura internacional más relevante de la historia rociera.
El escritor Paco Robles, autor de ‘La maldición de los Montpensier’, ha explicado el origen monárquico del duque francés que recibió desde niño una exquisita educación y cultura para ser rey, quien también se aficionó desde muy joven a la equitación y la cacería.
Robles ha recalcado que Montpensier «nos introdujo en Europa y representó siempre con fidelidad la burguesía ascendente y la monarquía como servidora de la nación, añadiendo que Orlèans fue un romántico que sintió verdadero amor por España, aunque se le frustró la ambición que tenía por haber alcanzado el trono real».