Carmen González. Cuando el 2 de marzo llevaron a la Jefatura de la Policía Local de Arahal cinco cachorros encontrados en una caja en la calle, nada hacía presagiar que todos acabaría encontrando familias de adopción en un plazo inferior a un mes. La razón principal es que días después de ocurrir, cuando ya los animales estaban a cargo de la protectora El Amparo del Sur, el Gobierno de España decretó el Estado de Alarma por la pandemia de coronavirus que se extendía por el mundo. Sí es cierto que los cachorros suelen ser atractivos en estos casos, pero pasar de 2 adopciones a 12 es sextuplicar el número habitual al que en las asociaciones están acostumbrados.
Camada de Cuaresma
El Amparo suele poner los nombres a las camadas en función a un detalle de la actualidad en el momento de su abandono. Torrija, Pasión, Costalero, Saeta y Bambalina fueron bautizados con estos nombres porque aparecieron en Cuaresma, muy cerca de la Semana Santa. La protectora lanzó ese día un grito pidiendo ayuda desesperada para hogares de adopción provisionales, mientras no se realizaban las publicaciones y trámites de su adopción definitiva. Los cachorros apenas tenía días.
Un mes después, todos tienen familias, incluso los cuatro de otra camada procedente de Alcalá de Guadaíra y dos cachorros más, Yacky, un mastín pequeño, y Romina, una pastora Illinois, ambos encontrados en Arahal, y un adulto abandonado, Pepo.
Pero para El Amparo ahora lo complicado es salvar la realidad fruto del confinamiento al que la población está sometida. La primera prueba a la que las responsables de la protectora se han visto obligadas es a hacer las entrevistas con las familias por videollamada, previa preparación de cada familia.
Los más difícil, el transporte
Aunque, según cuentan, lo más difícil es el transporte. “Generalmente estos transportes de animales no van puerta a puerta por no estresar a los perros y quedan en un lugar concreto días antes”, cuenta. Pero la situación de confinamiento sin causa justificada ha sido un problema que la empresa ha solucionado enviando a las familias adoptantes un justificantes. “En Madrid la vigilancia y multas son duras”, cuentan.
Ahora el problema está en aquellos perros adoptados en países de fuera como Dartacán que va a Bélgica, adopción que se realiza con la ayuda de una protectora del país y otra de Morón de la Frontera (Patas Arribas).
“Está pendiente de que todo vuelva a la normalidad para que la familia pueda hacer la visitas”, concretan. O Saeta, uno de los cachorros de la camada de Cuaresma que va para Inglaterra donde está a la espera de que se abran la frontera. Incluso con este país queda la duda cómo se realizará el traslado porque ha salido de la Unión Europea.
Más de diez años rescatando perros
La protectora lleva más de diez años rescatando perros cuyo futuro en la calle era malvivir o la muerte y gracias a su trabajo ha tenido final feliz.
Han tramitado adopciones para familias que viven por toda España y Europa, incluso fuera de este continente y esperan que siga esta racha después del confinamiento. Pero sobre todo su deseo siempre es quedarse sin trabajo, será señal de que no hay abandonos, algo que, después de años realizando esta labor, creen imposible.
