C.P.G. Las primeras previsiones meteorológicas apuntaban a un Sábado Santo a medias, pero el viento cambió y, aunque las nubes no se alejaron, las cinco hermandades de la jornada se animaron a echarse a la calle para realizar su estación de penitencia. Las cofradías, y todos los sevillanos. Las bullas que no se produjeron el Jueves y Viernes Santo por la ausencia de cofradías en las calles, se han concentrado este Sábado, de tapones en la Cuesta del Rosario, en la calle Francos o incluso en los cruces de la Carrera Oficial.
El sol se alió con El Sol. En la plaza de la Contratación, tras las filas de nazarenos en las que se adivinan muchos niños y una nutrida nube de monaguillos, el paso alegórico de la hermandad procedente del Plantinar, exornado con un monte de flores variadas en tonos malvas, avanzaba con los sones de Sentencia, interpretado por su banda, la banda del Sol, que, precisamente por el temor a la lluvia, no llevaban sus característicos cascos con plumas. El capataz, José Manuel Palomo, policía local, dedicó la levantá de la plaza del Triunfo a sus compañeros: «Tienen mucha culpa de que todo salga tan bien siempre. Va por ellos, que el Señor siempre los mire». Detrás el palio de la Virgen del Sol, con las flores del mismo tono, en el que todo resulta sorprendente para quien lo ve por primera vez por su particular estética (la representación de la Sacra Conversación (la dolorosa acompañada por San Juan y María Magdalena), palio de varales de madera, una gran pintura como techo de palio con moldurones de relieve dorados…) que se aleja del estilo juanmanuelino.
Rosas rojas y minicalas choc (de color chocolate) en la peana aportaban el matiz diferenciador a la clásica cofradía de los Servitas. Pocas sorpresas, mismo clasicismo en el cortejo, en la vestimenta de las imágenes, las flores o las marchas (Siervo de tus dolores en la Piedad y Mater mea, en el palio de la Virgen de la Soledad). La hermandad cuida todos los detalles… hasta parece calculada la ligera brisa que movía el sudario en el paso en la atestada Cuesta del Rosario, donde sólo quedaba libre el pasillo de seguridad vallado.
Desde la basílica de María Auxiliadora, llegaba la última de las esperanzas sevillanas, la Esperanza de la Trinidad. La dolorosa de Astorga, siempre acompañada por una representación de la Policía Local de gala, por ser su patrona, recibió una impresionante petalada a su llegada a la Campana. Pero su palio iba ya perfumado por rosas blancas, astromelias, rosa spray, fresias blancas, bouvardias, orquídea cymbidium, cala cristal , ornitógalo y heipericum. Lilium blancos exornaban el paso del Sagrado Decreto, el paso alegórico de esta cofradía. El segundo, el del Cristo de las Cinco Llagas y la Virgen de la Concepción, acompañado por la banda de las Tres Caídas, llevaba claveles rojos. En la Cuesta del Rosario, la Oliva de Salteras interpretóEsperanza de Triana Coronada y Como tú ninguna, en recuerdo a las otras Esperanzas de la ciudad.
El colorido cortejo del Santo Entierro, en el que van representadas casi todas las hermandades penitenciales de la ciudad, cautiva por todas sus curiosidades, que van más allá del paso alegórico de la Canina -exornado con yedra y cardos-, los niños que portan los atributos de la pasión, la centuria romana -con una estética muy alejada de los armaos de la Macarena, mucho más austera-, el escuadrón del Ejército de Tierra, que despierta el aplauso de los palcos a su paso; la Policía Local de gala, la corporación municipal, la música de la Banda Municipal, que sólo participa en esta cofradías… pero este año, además, el color negro de las minicalas que exornaban el paso de la Urna, que porta al Cristo Yacente, atribuido a Juan de Mesa, llamó especialmente la atención. El paso del Duelo, con la Virgen de Villaviciosa, exornado con una variedad de flores blancas, a modo de alfombra, cierra un cortejo que sabe a despedida.
La Soledad de San Lorenzo, que despide metafóricamente la Semana Santa (queda la procesión de la Resurrección en la mañana del Domingo de la Resurrección), lleva el sobre de la Caridad a sus pies. Friso de rosas blancas exornaban este paso que ya tiene azucenas talladas en su canasto. Pese a la seriedad del cortejo y a ser de silencio, esta hermandad presume de niños: al menos tres tramos están formados por los pequeños revestidos de nazarenos, que van abandonando la cofradía conforme avanza la tarde. De regreso al barrio, una sucesión de saetas despiden a la última dolorosa, la más antigua de la Semana Santa.