Fermín Cabanillas. En la localidad sevillana de El Saucejo hay algo más que pasión por los productos de su campo, pero cuando llegan las fiestas patronales de San Marcos, la pasión tiene un nombre: alcachofas.
Pero no pueden ser alcachofas de cualquier clase, sino de «kilómetro cero», es decir, cogidas en los campos cercanos a la localidad.
Esta semana fueron repartidas a las puerta de la Hacienda de San Pedro a partir de las 13.30 del pasado martes, y con la condición de que «han sido compradas directamente a los productores locales y de menos de 100 kilómetros de distancia, concretamente a 15 kilómetros, porque fueron sembradas en la localidad de Almargen por un productor vecino de la localidad».
Lo recuerda la alcaldesa, Antonia Capitán, que señala que «son productos respetuosos con el medio ambiente, ya que no necesitan grandes recorridos hasta llegar a nuestra mesa y normalmente son productos ecológicos libres de residuos químicos».
Y todo, en el marco de las fiestas celebradas este semana, que incluye un concurso de alcachofas que se celebra desde hace muchos años y premia a la más grande. Y es que una de las obsesiones en el pueblo es que las fiestas estén relacionadas con la agricultura, y especialmente con esta verdura.
Una tradición. La alcachofa no es protagonista porque sí. La tradición cuenta que San Marcos Evangelista visitó a San Pedro, que estaba preso por robar habas, en la capilla de la hacienda que lleva su nombre a las afueras de la localidad. En esa visita le llevaría alcachofas.
Tal es la repercusión de la leyenda que en el pueblo se cuenta que incluso el día de San Marcos una alcachofa era el regalo ideal entre las parejas, además de que era la única jornada en la que estaba permitido «robar» en los campos sin castigo.
Autos locos. Y no es la única tradición curiosa en el pueblo relacionada con sus fiestas. Este sábado, cientos de personas llenaban sus calles para ver en vivo la X edición de su carrera de los ‘Autos Locos’, una de las citas más originales de la celebración de las fiestas patronales.
Una carrera que se celebra bajo unas normas generales, que establecen que tienen que participar vehículos artesanales, con lo que está prohibido comprar un coche para ser parte de la carrera. Se trata, además, de vehículos sin tracción, es decir, sin motor, pedales ni nada parecido. Se les permite llevar frenos, y es obligatorio pilotar con ropa larga y cascos.
Otra norma habla del peso del vehículo, que no tiene límite, pero sí se tienen que cumplir la premisa de que puedan ser cogidos en peso sin problema por tres pilotos.
Para participar, se colocan en una zona de empuje delimitada, donde se les ayuda a coger velocidad, con la condición de que sólo se les puede empujar en un máximo de 60 metros. A partir de ahí, la pericia de los pilotos es la que manda.