Fermín Cabanillas. Este domingo, Día de Andalucía, la asociación Paz y Bien asistió al acto que organizó el Ayuntamiento de Santiponce y por el que se conceden distinciones y honores a diferentes personalidades y entidades de la localidad sevillana. Entre ellos estaba representada esta entidad, con la mención honorífica a Fray Rafael Pozo, su fundador.
Fray Rafael Pozo, fundador de Paz y Bien, que también cuenta con sede en Huelva y toda su provincia, recogió el reconocimiento a la mención honorífica que otorga el Ayuntamiento de Santiponce por su labor en favor de los colectivos desfavorecidos y los servicios que presta la entidad en el municipio en favor de las personas con discapacidad.
Desde 1979
La Asociación Paz y Bien nació en Sevilla 1979 como una entidad privada, sin ánimo de lucro, dedicada a la integración, defensa y promoción de los intereses de las personas con discapacidad intelectual o en situación de exclusión social.
Desde 1998 también atiende a menores en situación de desamparo y adolescentes con dificultades de inserción socio-laboral, y, en 2007, como Organización No Gubernamental para el Desarrollo, inició su actividad en Guatemala (Departamento de Chiquimula), donde atiende a menores con discapacidad y desnutrición y a sus familias.
Presta servicios a más de 700 personas –distribuidas en 34 centros ubicados en Sevilla, Huelva y Quezaltepeque (Guatemala)-, que son atendidos por más de 340 profesionales.
Su objetivo es ofrecer un servicio de calidad y responder a las necesidades y expectativas vitales de las personas usuarias.
Sus inicios
Se comienza abriendo un taller ocupacional en la localidad sevillana de Olivares, donde se da la oportunidad de realizar una actividad laboral a nueve jóvenes con discapacidad.
Desde el principio la entidad entenderá la inserción laboral como la mejor herramienta para la normalización e integración social de este colectivo.
Ante la creciente demanda, en poco tiempo, la asociación tiene que trasladar el taller de trabajo a Sevilla, concretamente a la calle Los Romeros, en un semisótano de 125 metros cuadrados. Aquí podemos marcar el inicio de la creación de las primeras infraestructuras con la puesta en marcha del taller de producción industrial de los productos ‘Pepita’.
Se hicieron famosos sus estropajos, lejía, agua destilada o fregonas, productos elaborados por personas con discapacidad. Su labor no descansa ni un solo día.