Fermín Cabanillas. La pasada noche, los niños ucranianos acogidos en la localidad sevillana de San Juan de Aznalfarache han recibido la sorpresa de una cena que he gestionado un restaurante más que conocido, cuyo gerente ha querido que estos pequeños tengan un detalle en forma de los productos que vende cada día. El matiz ha sido que las pizzas que han cenado estos pequeños, y por supuesto sus madres, han sido costeadas íntegramente por el propio restaurante, la cadena Sloppy Joe’s.
La historia de esta cena arranca hace una semana, cuando Manuel Pérez, un vecino de San Juan, pensó en la posibilidad de invitar a cenar a unos niños ucranianos que estaban acogidos en el municipio de Umbrete. Esa cena no llegó a llevarse a cabo, ya que finalmente los pequeños se fueron con sus padres a Alemania en busca de un futuro lejos de la guerra, pero la idea no se le quitó de la cabeza.
Ayuda del gerente
Para sacarla adelante, había contado con un amigo llamada Robert Hann, que es el gerente de la cadena de pizzerías Sloppy Joe’s. Concretamente, habían pensado para la cena en el restaurante de la cadena en Bormujos. Cuando se frustró el primer plan, Manuel ya dijo entonces que, lamentablemente, habría muchos niños con los que tener ese detalle en días sucesivos, y así ha sido.
En San Juan de Aznalfarache hay medio centenar de personas entre mujeres y niños ucranianos acogidos en la Casa de Cursillos de Cristiandad, que han llegado a la provincia de Sevilla mediante la labor realizada por la Hermandad de Santa Marta.
Son mujeres y niños que han huido de la guerra mientras los hombres se han quedado en su país para luchar. Anoche, a la hora de a cena, entraron en la sede de esa casa religiosa unas personas que llevaban en sus manos veinte pizzas familiares, de las que una estaba elaborada especialmente para una persona vegetariana.
Todos los detalles se cuidaron al máximo para que la cena saliese lo mejor posible. Y así fue. De hecho, en el primer contacto que se tuvo con Robert Hann para esta idea se pensó en algún tipo de descuento para estos niños, pero el gerente de la pizzería decidió que invitar a cenar a niños que huían de la muerte en la guerra junto a sus madres era un detalle sin importancia económica, pero con una gran importancia social. «A todos los niños les gusta una pizza, y si anoche no pensaron en la guerra y lo pasaron bien, lo damos todo por bueno», resume Manuel Pérez.
Ayuda en forma de medicamentos
Las muestras de solidaridad no paran de llegar para los refugiados ucranianos. Este fin de se mana han sido empaquetados, entre otras cosas, medicamentos aportados por la Farmacia Pilar Fernández Álvaro de Aguadulce, que irán a parar directamente a los campos de refugiados de las fronteras de su país.
Lo donado asciende a la suma de 1005,15, que se suma a la ayuda solidaria que está llegando desde todo el mundo a los desplazados ucranianos.