Redacción. El virus no se ha ido y los rebrotes han llegado. Era algo que la población española sabía, que se ha ido viendo venir con el avance de la época veraniega, pero complicado de controlar para ciudadanos que nunca han vivido esta situación y que les cuesta adaptarse a la nueva normalidad. Quizá es por ello que las instituciones territoriales, las encargadas de gestionar esta nueva realidad en su comunidad particular, se están viendo obligadas a intensificar las labores de prevención. Lo que vendría a ser un endurecimiento de las normas, con el fin de evitar los contagios.
En Andalucía, según los datos emitidos por la Consejería de Salud y Familias de la Junta, actualmente hay 77 focos infecciosos, de los cuales 15 se encuentran en Sevilla. La capital andaluza cuenta con 13 que todavía se están investigando, aunque lo bueno es que están controlados. Por suerte, los contagios apenas aumentan y la cifra de fallecidos no ha superado los 300 en todo este largo proceso pandémico. La gran parte de estos brotes tienen que ver con reuniones familiares, comidas en restaurantes y locales de ocio nocturno en los que no se respetan todas las medidas de seguridad establecidas. Por eso, la Junta se ha puesto manos a la obra.
Aparecen así nuevas normas que se van a tener que poner en práctica de forma inmediata y que limitan aun más si cabe las relaciones interpersonales de la población sevillana y andaluza en general. Una gran parte de los negocios dedicados al ocio se van a ver afectados. Tan solo parece que van a librarse locales de azar y bingos. Su clientela suele ser específica y seleccionada, por lo que su situación no va a cambiar demasiado. Son un sector en el que los fines de semana es cuando más control demanda. El bingo enracha Andalucía suele estar casi al completo de su capacidad viernes y sábados a partir de las diez de la noche, aunque el público tiende a repartirse entre otras salas pequeñas del centro de la ciudad.
Estas zonas recreativas son las que se van a librar de esta “mejorada” nueva normalidad, así que si no son amantes de estos locales y sí de bares o terrazas, cojan papel y boli porque va a ser necesario. Lo primero es que si la familia es numerosa y nos la queremos llevar a comer o a cenar, hacer la ruta del arroz o disfrutar de un poquito de flamenco, habrá que echar cuentas y organizarse bien. Los restaurantes reducen el número de comensales por mesa de veinticinco a doce. Una reducción de más de la mitad que se considera fundamental, ya que entre un número tan amplio de personas se tiende a no respetar la distancia de seguridad.
En terraza y en el interior, el aforo será el mismo: un 75%. El horario sí que no ha resultado un problema en el caso de bares y restaurante, ya que la mayoría de ellos hasta la fecha estaban siendo prudentes y cerrando a partir de las tres de la mañana. Entre otras cosas porque así lo marca la tradición española. Cena, café o postre y la copa la dejamos para otro lugar con más ambiente. Eso sí, de nuevo hay que estar atentos porque pubs y discotecas van a ser los más vigilados en este aspecto. Los más afectados, los que peores imágenes están dejando y los que más se van a ver castigados por la generalización. Injusto o no, toca acatar las normas.
Ambos locales van a tener que respetar también el máximo de 12 personas por mesa y en el caso de que los pubs sean cerrados, el aforo máximo es de un 60%. Y a partir de las tres de la mañana, todos a casa. En cuanto al uso de mascarilla, la regla no se modifica. Es necesario llevarla en todo momento y solo separarla de boca y nariz cuando sea necesario ingerir alimento. Los lugares cerrados es en los que menos se renueva el aire y en los que más peligro de contagio real existe. Y en el recinto tendrá que haber mucho control. ¿Cómo? Con controladores de sala.
Estas personas se encargarán de velar porque se cumplan las normas y acompañar a las personas a la mesa. Y aunque es complicado que esto se lleve a cabo en estos locales, se recomienda el uso de reserva previa. Lo propio con las discotecas, que de paso dicen adiós al servicio en barra. Largas colas en las que no se respetan las distancias han sido imágenes que se han repetido día a día en nuestro país y en la comunidad, y se quiere acabar con ello. El aforo para estos establecimientos es del 40% en el interior y se mantiene el 75% en el caso de que posean terraza, al igual que las 12 personas por mesa en ella.
El horario de cierre también cambia: de las siete a las cinco de la madrugada. En el interior la pista de baile se suprime y se deja espacio para mesas separadas por al menos dos metros de distancia, y además el público va a tener que identificarse. Es una de las medidas estrella, porque en el caso de que se produzca un contagio, se podrá avisar a todos los que tuvieron contacto con el sujeto cero de forma inmediata para que tomen las medidas oportunas. Es la forma de poder seguir de cerca el avance que puede tener el virus en un grupo importante de personas.
Por último, en cuanto a los conciertos, se van a seguir celebrando con máximos de 800 personas en interiores y 1.500 en exteriores, aunque los sitios van a tener que estar preasignados. Y como está establecido en la Ley de Salud Pública, las sanciones podrán alcanzar los 600.000 euros para aquellos locales que no las cumplan. Aunque hay que tener en cuenta que las multas no se equipararán entre empresarios y particulares.