21 noviembre 2024
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Triunfo del tenor estepeño Francisco Fernández Rueda en el Espacio Turina

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Francisco se estrenaba en Sevilla y se enfrentaba por primera vez a interpretar un repertorio completo en alemán

Redacción. Bravo, bravo, bravo fueron las palabras que anoche se oyeron nada más finalizar la actuación de Francisco Fernández Rueda (Estepa, 1982). Francisco forma parte ya de las grandes voces líricas de este país. El tenor estepeño agotaba hace semanas todas las localidades de la sevillana sala Joaquín Turina, donde dio un recital que dejó a todos con la boca abierta.

Junto al pianista Arthur Schoonderwoerd, interpretó La Bella Molinera, la compleja obra de Franz Shubert, sobre poemas de Wilhelm Müller. Al público, que llenaba la sala, le costó mantener el silencio y no romper en aplausos al final de cada una de las veinte partes que conforman esta obra del compositor austriaco; incluso se susurró algún bravo al final de Tränenregen, uno de los momentos de gran emoción de la interpretación de Fernández Rueda. Y al final, la emoción del público asistente se mostró en una larguísima ovación que obligó a los dos artistas a salir al escenario hasta en cuatro ocasiones.

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Francisco Fernández Rueda está considerado por la crítica especializada como un cantante versátil de hermoso timbre y gran presencia escénica. Eso quedó patente anoche cuando todos pudimos contemplar que no solo es un magnífico intérprete vocal, sino que su presencia llenaba todo el escenario del espacio Joaquín Turina. Su forma de cantar no pasa desapercibida, mantiene la mirada hacia el público, lo que hace interactuar con quien se sienta en el patio de butacas; sus gestos son deleite para los ojos y oídos de los que acuden a disfrutar de su voz.

Francisco se estrenaba en Sevilla y se enfrentaba por primera vez a interpretar un repertorio completo en alemán. Tras casi una hora de ejercicios de relajación y calentamiento de sus cuerdas vocales, Francisco se cambiaba para salir a escena sabiendo que había más de cien estepeños y estepeñas esperando oírle cantar, entre ellos sus padres y hermanas. Le vimos muy templado y junto al virtuosismo del pianista, el sr. Schoonderwoerd hicieron que durante una hora todos disfrutásemos de un arte musical, quizá poco conocido por la gran masa popular pero que sin duda, llega a los rincones más hondos del alma.

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