‘Una España en Plan Bien’, una España más saludable en la que crecer sano sea un derecho. Parece una utopía pero este es el lema de la hoja de ruta presentada por la ministra de Sanidad, Carolina Darias, como parte del Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad infanto-juvenil. Como ya lo ha dejado en claro el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, combatir la obesidad es un asunto de Estado. O en palabras de la ministra Darias, “dar una respuesta a la obesidad infantil es un objetivo de país”. Es por ello que el Gobierno se ha puesto como fin garantizar el derecho a la salud de todos los niños, niñas y adolescentes. El objetivo principal de cara al 2030 es reducir el exceso de peso en la infancia en un 25%, bajando también un 40% la brecha social asociada.
Las cifras hablan por sí mismas. España se posiciona como el cuarto país europeo con prevalencia de obesidad en la población infantil y el tercero en términos de sobrepeso, según un estudio reciente realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Otro dato reciente apunta a que uno de cada tres niños en España vive con obesidad o sobrepeso. Así lo revela el estudio Pasos 2022, elaborado por la Fundación Gasol que analiza el estilo de vida de los jóvenes de entre 8 y 16 años en España. Además de poner en evidencia las preocupantes cifras de sobrepeso, el estudio Pasos arroja otros datos que llaman a la reflexión. Como por ejemplo, el hecho de que más del 12% de la población presenta un nivel bajo de adherencia a la dieta mediterránea.
El alejamiento de la dieta mediterránea es una señal de alerta. No por nada esta dieta ha sido reconocida por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Los beneficios para la salud de este patrón alimentario han quedado demostrados en numerosos estudios científicos. Uno de los más recientes ha sido el estudio Cordioprev, llevado a cabo por investigadores del IMIBIC, el Hospital Universitario Reina Sofía y la Universidad de Córdoba Este ha puesto en evidencia, por ejemplo, la eficiencia de la dieta mediterránea en la prevención de enfermedades cardiovasculares por encima de otras bajas en grasas. Es por ello que resulta tan preocupante la falta de adherencia a la dieta mediterránea.
Impulsar la promoción de la dieta mediterránea en España, así como los hábitos de alimentación saludable entre la población infantil y adolescente, es uno de los compromisos que ha asumido el Gobierno español en su lucha contra la obesidad infantil y el crecimiento sano de niños y niñas. Se trata de uno de los ejes fundamentales para abordar esta problemática, ya que apunta directamente a la infancia, momento en que se forjan los hábitos.
Entre las claves del Plan Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil destacan por ejemplo, las medidas enfocadas a incentivar la actividad física, el deporte, la alimentación saludable, el bienestar emocional y el descanso adecuado. Para ello se han pensado planes como “abrir los patios escolares”, mientras que otros programas apuntan a sensibilizar y concienciar sobre la importancia de los estilos de vida saludables y cómo adoptarlos de forma sencilla. Sin embargo, por más sencillo que parezca, adoptar hábitos saludables no es evidente para todo el mundo. Es por ello que la educación es fundamental y si bien todos parecen estar de acuerdo en que ese es el camino a seguir, no todos coinciden en cuáles son las medidas que se deben adoptar para alcanzar dicho objetivo.
Una de las herramientas supuestamente previstas para dicho fin y que más controversia ha generado es el etiquetado frontal de alimentos. Originalmente promovido por el Ministerio de Consumo, este proyecto no figura entre las medidas prioritarias en el marco del plan contra la obesidad. Sin embargo, algunos sectores, principalmente los fabricantes de productos malsanos, siguen presionando para que uno de los sistemas, el etiquetado nutricional francés NutriScore, llegue a los productos alimenticios.
Pero antes de entrar en la polémica es importante contextualizar. Introducir un etiquetado nutricional normalizado y obligatorio en la parte frontal del envase es una de las iniciativas que forman parte de la Estrategia ‘De la Granja a la Mesa’ de la Comisión Europea. El objetivo detrás de este proyecto es, en teoría, garantizar una mejor información en el etiquetado de productos alimentarios para ayudar a los consumidores a tomar decisiones alimentarias saludables y sostenibles.
Sin embargo, este ambicioso objetivo se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para muchos, debido a que la elección de un sistema armonizado a lo largo de la UE ha resultado ser más difícil de lo esperado. La prueba de ello es que se esperaba que la Comisión presentara una propuesta a finales de 2022 que, hasta ahora, no ha llegado. Por ende, no está claro qué sucederá. Lo que sí se puede concluir es que las crecientes críticas a uno de los sistemas más promovidos, el francés NutriScore, parecen haber tenido un impacto y eso queda reflejado en el aplazamiento del proyecto.
En España, las banderas rojas contra el NutriScore comenzaron a saltar cuando se empezaron a ver las notas que le da el Nutri-Score a los productos tradicionales españoles como el aceite de oliva, el jamón ibérico, queso manchego, mejillón de Galicia, entre tantos otros penalizados por el etiquetado. Esto llevó a expertos y nutricionistas a interrogarse sobre el funcionamiento del etiquetado y a dudar sobre las evaluaciones sesgadas que otorga. Además, las notas pronto comenzaron a evidenciar que el modelo francés penaliza a los productos estrella de la dieta mediterránea, lo que dio lugar a un gran desacuerdo en el seno del Gobierno. Una figura clave en este debate ha sido el Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, quien ha dejado en claro que España jamás adoptará medidas que vayan en contra de la dieta mediterránea.
En su momento, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) había lanzado una campaña de promoción del etiquetado bajo el lema ‘Comprando con NutriScore es más fácil comer mejor’. Sin embargo, dicha campaña parece no haber prosperado ya que hace algunos días la Aesan ha publicado una nueva campaña destinada a los consumidores para incentivar “las decisiones informadas que les ayuden a llevar una alimentación saludable y sostenible”. Esta vez el lema es muy similar, pero reemplaza al NutriScore por la información.
‘Con información se come mejor’, promueve la Aesan que parece haber aprendido de sus errores y estar enfocándose en lo prioritario: ayudar a los consumidores a comprender la información nutricional y así tomar decisiones informadas que les ayuden a llevar una alimentación saludable y sostenible. Sin duda, un paso a favor de una España en Plan Bien ya que en ese país al que aspiran las autoridades, donde crecer sano es un derecho, no hay lugar para sistemas que promuevan el consumo de alimentos como las patatas fritas, las gaseosas azucaradas y los cereales con azúcar añadido y que penalicen nuestro aceite de oliva o nuestros productos locales. En una España en Plan Bien, la Dieta Mediterránea es alabada y protegida. Solo esa podrá ser la España que de cara al 2030, podrá ver una reducción en las tasas de obesidad y sobrepeso.