Adriana Ciccaglione./Fermín Cabanillas. Estudió Diseño de Interiores en la Universidad de Valencia. Hace seis años hizo sus maletas, su destino: Estados Unidos.
Entre la crisis económica que atravesaba España y el amor, fueron el detonante para que ella tomara esa decisión, que hoy celebra desde otras tierras, sin olvidar su Sevilla natal.
Literal y prácticamente cruzó el charco. Se llama Vanesa Moreno, tiene 37 años y un mundo por seguir construyendo, desde su profesión, su experiencia y ahora sus ganas de crecer y demostrar que los sevillanos por el mundo, tienen mucho que aportar.
Se crió en Los Remedios y conserva los mejores recuerdos de la capital hispalense.
Su historia, la narra ella en primera persona. Repleta de anécdotas y circunstancias, como las que envuelven a la mayoría de migrantes.
– ¿Qué haces actualmente en Estados Unidos?
– Ahora mismo trabajo para el Fondo Monetario Internacional haciendo gestión de espacios con el mobiliario y en reformas.
– ¿Cómo llegaste allí?
– Me vine porque me enamoré de un americano, rompimos y sin embargo, aquí estoy. Eran los años de la crisis en España no tenía nada mejor que hacer, entendía algo de inglés y me podía comunicar. Sobre la media española que no puede poner dos palabras: sí; que yo ya tenía un nivel de inglés para trabajar: no. El primer año, hasta que no conseguí mi prime trabajo pues mal, fue muy difícil. Además hasta que no me casé no tenía permiso de trabajo.
– ¿Cómo fue esa primera experiencia laboral?
– Era la oficina de mi ahora exmarido, yo pasaba siempre por allí. La interiorista un día se enfadó dejó el puesto de la noche a la mañana, y me dieron la oportunidad.
Al principio bastante duro, porque eres extranjera, hablas mal el idioma y cuando llegas es como que todos interpretan que eres tonta. La experiencia que has tenido fuera de Estados Unidos no cuenta, si tienes 15 años de carrera cuenta como uno, no se fían. Con ese ambiente llegué yo allí. Todos me miraban con lupa, si había algo mal aunque no fuera mi culpa, era mi responsabilidad, el puesto más bajo se puede llevar la responsabilidad de que un proyecto haya salido mal, porque eso es lo cómodo.
– Siempre fue así…
– No, al final en ese trabajo, llegó una nueva jefa y la cosa mejoró. Estuve tres años, en ese período me separé, me divorcié. Pero seguí adelante.
– ¿Piensas quedarte en Estados Unidos?
– Aunque amo Sevillla, pienso quedarme en Estados Unidos. Ya me he acostumbrado al país. Me di cuenta que tenía otras posibilidades, me gustaba la vida aquí con todo y sus cosas. Y sí, decidí quedarme y hace poco menos de un año me contactaron del Fondo Monetario Internacional para trabajar allí y pensé: ¡Estupendo!
– ¿Cómo te sientes trabajando para el Fondo Monetario Internacional?
– Al principio, me pusieron un puesto más abajo del que tenía antes, eso significó un disgusto por meses. Pero de repente de la noche a la mañana me han dado un ascenso y me han dejado medio departamento para mí. Estoy contenta porque aquí soy una más, no la extranjera, me hacen sentir como una más de ellos, eso me encanta.
– ¿Qué te falta por conseguir en Estados Unidos?
– Ahora tengo la residencia permanente y estoy aplicando para la ciudadanía. Vivo en el área metropolitana de Washington, ahora me siento muy bien.