Álvaro Miranda. Sevilla tiene una identidad artística muy reconocible, sus artistas tienen donde inspirarse y la cultura y la tradición ayudan a muchos a llenar sus obras con trazos, cinceladas, clics o sonidos de pasión. Otros artistas se nutren de otras fuentes que tiene la provincia o se enlazan a través de líneas de sangre como un abuelo guitarrista, una madre escultora, un tío imaginero o un familiar que era un artista….a secas, escuchábamos de niños a los mayores con un poco de guasa.
En este vergel artístico sevillano David Campos de la Rosa es un pintor que disfruta y transmite amor por la pintura en sus conversaciones ya sea hablando de los clásicos, museos, exposiciones o artistas de diversas nacionalidades. Decide crear un álter ego rescatando los apellidos de sus abuelas. Con ello consigue jugar un poco con su identidad y rendir homenaje a las mujeres de su familia. Nos recibe en su estudio de pintura, un pequeño espacio en el centro de Sevilla. Las paredes están llenas de obras suyas y de sus amigos artistas. Los recuerdos familiares se encuentran repartidos estratégicamente creando un espacio un tanto peculiar.
Le preguntamos por sus inicios y su modo de afrontar sus creaciones artísticas.
-David, ¿cómo fueron tus comienzos y qué aspecto consideras que fue el que más te costó vencer a la hora de mostrar tu producción artística?
-Viniendo de una persona como yo, de formación prácticamente autodidacta (obviando el año que estuve en la Escuela de Artes Aplicadas de Sevilla), creo que verdaderamente el pudor es el lastre que te ata al inmovilismo, que te frena a la hora de mostrar tu creación artística, y ese aspecto pienso que fue el que más me costó gestionar de cara a mostrar mis obras al público en general. Recuerdo mi primera exposición en un bar de la calle Feria en Sevilla. En dicha exposición se palpaba el pudor y la inconsciencia por partes iguales.
-¿Tuviste algún tipo de apoyo, tenías algún referente que te sirviera de guía en tus comienzos?
-Independientemente de la admiración que siento por diversos pintores que me han servido de inspiración (EgonSchiele, Munch, Picasso, Francis Bacon, Elisabeth Peyton, Edward B Gordon, Durero, Turner, Rothko, David Hockney, Hundertwasser, Lee Krasner y los sevillanos Jose Luis Pajuelo, Rafa Lopez…), tuve la suerte de contar con el apoyo de amigos pintores con formación académica (Mariola Fernández – Mujer de Piedra Project, Fernanda Oliveira) que tienen una producción artística muy interesante y que, haciendo gala de un enorme respeto, me animaron a dar el salto.
-Pero conseguiste dar el salto y creo que ahora disfrutas de un momento en el que te encuentras cómodo, una vez has vencido ese pudor inicial, ¿no?
-Sí, realmente ese pudor es menor aunque siempre debes crear con honestidad y mucho respeto, pues hay mucha genialidad por ahí repartida y eso impone bastante. Hay una frase que, de alguna forma, se ha convertido en mi mantra personal. Una amiga, profesora de bellas artes para más señas, solía decirme: «pintor es el que pinta», cinco palabras que me resultan de gran ayuda a la hora de enfrentarme a un proceso creativo.
-Háblanos un poco de tu obra.
-Bueno, básicamente trabajo con: acrílico sobre lienzo o sobre papel, tinta sobre papel, lápiz sobre papel y acuarela sobre papel. Los retratos son, en gran medida, los protagonistas de mis cuadros, aunque mi serie de ciudades flotantes están cobrando protagonismo en los últimos años.
Soy consciente, por mi formación autodidacta, de mis limitaciones en cuanto a la técnica pero me resisto a interrumpir el proceso interno que estoy experimentando. Tengo la sensación de que si incluyera el academicismo dentro de mi proceso, en cierta forma lo frenaría. He recibido todo tipo de consejo de amigos pintores, unos piensan que debo avanzar aprendiendo técnicas diversas y otros que lo que me caracteriza es mi sello personal, mis texturas. En cualquier caso me gusta la idea de seguir un camino donde la técnica es importante pero la singularidad a la hora de ejecutar una obra, dotándola de un sello personal, tiene más valor.
-¿Crees que tus obras muestran algo más que una simple composición artística o hay algo más?
-Estoy convencido de que hay algo más. Las miradas me han interesado siempre mucho, lo que esconden detrás. Si ves mis fotos de niño encuentras a un renacuajo con ojos grandes y tristones; siempre me ha gustado pintar ese tipo de miradas. En cuanto a los trazos que utilizo a la hora de pintar con acrílico o punta fina, estoy convencido de que surgen de mi obsesión por el orden. Sin duda alguna (se ríe).
Mi gusto por los colores oscuros debe de tener alguna interpretación Freudiana, aunque intento redimirme aplicando color en algún que otro cuadro. El mismo diálogo interno de siempre. Está todo inventado aunque lo divertido es hacer tu propia reinterpretación.
-Bueno, ¿hacia dónde se encamina ahora ese álter ego tuyo llamado David Campos de la Rosa?
-Pues mira, no tengo un plan trazado. La idea es seguir experimentando con lo que hago, seguir caminando y disfrutando del trayecto. Por lo pronto expongo en diciembre el en PitacassoBistro (C/ San Primitivo) y en enero en La Revuelta (C/ Siete Revueltas). Espero que vaya bien y espero veros allí. Iré colgando la información en mi instagram: david_campos_de_larosa
Muchas gracias David, cuenta con nosotros, te veremos en tu próxima exposición.
Dejamos a David en su espacio. Estaremos pendiente de sus texturas, sus miradas, su evolución a través de ese camino que hace tiempo que emprendió.