19 noviembre 2024
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Natalia Jiménez estrena ‘Woolf’ en el Teatro Central de Sevilla

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Fermín Cabanillas. La coreógrafa y bailarina Natalia Jiménez Gallardo estrena los próximos días 11 y 12 de febrero, en la sala B del Teatro Central de Sevilla, su última creación ‘Woolf’, un autorretrato escénico planteado a partir de varias de las obras de la escritora Virginia Woolf, entre las que destacan ‘Una habitación propia’ y ‘La muerte de la polilla’.

En esta nueva y personal pieza de danza, la creadora estará acompañada en escena por la pianista Jordina Millà. Ambas convertirán el escenario del teatro en una habitación compartida, dónde cuestionarán el terreno abstracto de lo reconocible, lo predecible o lo identitario, abriendo la puerta a un jardín poético donde abandonar las prótesis de lo real y testear el terreno posible de una libertad pura.

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Un estreno muy especial

‘Woolf’ será un estreno muy especial para Jiménez, ya que se trata de una coproducción con el Mercat de les Flors (Teatro municipal de Barcelona), institución y ciudad dónde Jiménez ha desarrollado parte de su carrera artística. La pieza cuenta también con el apoyo del ICAS (Instituto de la Cultura y las Artes del Ayuntamiento de Sevilla) y la colaboración del programa de residencias Ágora, de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales; del Conservatorio profesional de música de Sanlúcar la Mayor y del Centro Cultural La Villa, de La Rinconada (Sevilla).

Quizás el espectador, dejándose llevar por el título de la obra, espere ver reflejados en escena varios de los pasajes de ‘Una habitación propia’ de Virginia Woolf. Jiménez y Millà trascienden el significado de este libro y, a través del lenguaje del movimiento, el sonido, la palabra y del gesto, y la necesidad vital de complicidad de estos cuatro elementos, llevarán al público por un viaje constante de ida y vuelta entre lo conocido y lo identitario a lo impredecible e irreconocible.

Una enorme capacidad

“La capacidad de Virginia de entrar en un monólogo interno, de contemplar una situación y de hacer descripciones del detalle llenas de belleza y después saltar al mundo macro y real ya no tan bello y con ciertas prótesis, toda esta contundencia con la que ella habla de la realidad que ve, se puede traducir en danza y a nivel sonoro (lo macro y lo más ligero y preciso y detallado). Ese espacio a la contemplación que me abre Virginia está en esta obra reflejado a través del cuerpo que aborda la capacidad de tomar el espacio y la ligereza de los detalles y la sensibilidad, estar porosa y perceptiva”, señala Jiménez, explicando la relación de su pieza con ‘Una habitación propia’ de Virginia Woolf.

El punto de partida

Virginia es el comienzo de todo este proceso intelectual y físico gracias a la invitación a participar en una exposición virtual comisariada por Inés Ruíz Artola, andaluza afincada en Polonia, que durante el confinamiento pide a varios artistas que se pregunten por el significado, en ese momento clave, de ‘Una habitación propia’. Este instante cambia el paradigma que Natalia Jiménez tenía hasta la fecha de esta obra y su significado. “No es lo mismo hacer este ejercicio de introspección o afirmar un lugar propio en circunstancias normales, que tener que hacerlo en un momento de nuestras vidas en el que estábamos obligados a estar encerrados y quizás más en sintonía con nuestro interior. La casa y la habitación se resignifican”, explica.

En ‘Woolf’ también se hacen paralelismos entre el papel de la mujer y la novela que trata la escritora en su obra (“Pero, me diréis, le hemos pedido que nos hable de las mujeres y la novela…”) con el papel del arte, en este caso la danza, aún no reconocidos como bienes esenciales y el papel de la mujer en esta disciplina.

Una habitación compartida

Esta pieza, al igual que sus anteriores, ‘Júbilo’ y ‘Práctica en la Frontera’ (piezas unipersonales) están atravesadas por la identidad y cuestiones de territorio (Natalia Jiménez vivió varios años en Cataluña). Ahora la identidad a través de Virginia da un salto y busca disolverse al yo gracias a la danza. “Hay unas memorias con las que trabajo y he leído pero en esta obra aparecen súper tamizadas a través de mi corporalidad”, incide Jiménez.

Lenguaje de metáforas

Dentro de los lenguajes de esta creación se encuentran también la palabra (a través de una serie de metáforas) y la música, que tiene un papel fundamental, ya que se trata de un dúo entre la pianista Jordina Millá y Natalia Jiménez. Ambas se plantean una habitación compartida y trabajan  sobre la idea de la vibración, el lugar donde se tocan el sonido y el movimiento, pasando todo el tiempo de un lenguaje más previsible a más impredecible y de lo reconocible a lo irreconocible. “Jordina toca las vísceras del piano y amplía el rango de sonidos que pueden acceder al mundo neuronal”, señala.

En sus últimas creaciones Natalia Jiménez ha realizado su trabajo fuera de la caja escénica (al margen de los escenarios tradicionales de la danza) por un interés de llevar el cuerpo a “lugares donde normalmente no tiene acceso” como fue en el caso de la Universidad de Sevilla con su obra ‘Aula’, o a la capilla del CAAC (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo) en ‘Práctica en la Frontera’.

En ‘Woolf’, sin embargo, regresa al escenario convencional (en este caso al Teatro Central). “Cuando aparece este último proyecto me late mucho volver a la caja escénica y crear allí otro mundo posible, poner allí mi voz”, explica Natalia. “En ‘Woolf’ esa habitación propia debe explorarse en el escenario del teatro. La caja escénica se convierte en ese lugar que ocupamos y en el que ponemos voz a otros mundos posibles”, finaliza Jiménez.

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