Redacción. Un centenar de artistas han donado obras para recaudar fondos con los que poder terminar la rehabilitación del compás de entrada del convento de San Leandro, en Sevilla, donde la orden agustina ha comenzado con las obras de adaptación del espacio a una hospedería de cuatro habitaciones con las que las monjas de clausura –una treintena– podrán contar con una «fuente permanente» de ingresos. Estos trabajos también prevén la habilitación de una sala para exposiciones en la que mostrar la «interesante» colección de Niños Jesús que atesora el convento, así como un San Juan procesional recientemente atribuido por el historiador Salvador Guijo a La Roldana.
‘De corazón’ es el nombre de este proyecto solidario, liderado por la procuradora Mariló Rivera, el periodista José Arenzana y el taller de pintura Nuria Postigo. La exposición de obras donadas para su venta por artistas como Ricardo Suárez, Manolo Cuervo y Aurora Ruiz, entre otros muchos, tendrá lugar los días 8, 9 y 10 de marzo de este año. Ese fin de semana, las monjas venderán sus tradicionales dulces –conocidas son sus yemas de San Leandro– y los hosteleros de Sevilla, como el dueño del Donald, organizarán un ambigú para lograr también recaudar fondos para terminar la hospedería.
La de este año es la segunda edición de este proyecto, recuerda Rivera, para la que la respuesta y acogida que está teniendo en esta ocasión es «extraordinaria». Además de la venta de obras de arte, el ambigú y la venta de dulces, los organizadores han diseñado un programa con el que resaltar y mostrar el rico patrimonio que conserva San Leandro a duras penas. Durante el fin de semana y por un precio de entrada simbólico, los interesados podrá visitar el coro y la iglesia de este convento, una de las primeras fundaciones religiosas que creó Rey Fernando III el Santo en Sevilla.
Con esta misma entrada, se podrá acceder a la sala en la que se expondrá el San Juan procesional, una pieza que no se puede ver en las visitas guiadas que hay durante todo el año en el convento. El periodista Arenzana recuerda que la orden de las agustinas fue «muy poderosa» hasta el siglo XIX, cuando tuvo que desprenderse de algunos de sus tesoros más preciados, como los cinco Murillo que tenía en el refrectorio. Uno de ellos está en Berlín; otro en Cambrigde; un tercero en Valencia y el cuarto en Chicago. El paradero del quinto es «desconocido».